"Cuando me conviene emplazar la acción en un sitio, digo: ¡coño! ¡Cuatro Caminos!"
( Palabras de Ramiro Pinilla en la entrevista en Walden )
En Algorta, algunos lo conocen como Cuatro Caminos. Parece un lugar de paso, un simple cruce de
calles o antiguos caminos, pero para Ramiro Pinilla era un lugar muy especial,
muy emotivo.
Casi
en el centro de Algorta, muy cerca de la plaza de San Nicolás, confluyen cuatro
calles: San Nicolás, San Martín, Andrés Cortina y Bajada de Arrigúnaga.
“Cuatro
calles o caminos: uno hacia el puerto, otro hacia San Nicolás, otro hacia Arrigúnaga
y otro hacia Andra Mari”, escribió un algorteño, que firma como Sarrikobasoa,
en este blog.
Pero yo, como Samuel Esparta en El cementerio vacío (2013),me
pregunto: “En Cuatro Caminos no confluyen cuatro rutas sino cinco: la carretera
descendente a la playa, la que empalma
con la general a Bilbao, la Avenida de Larragoiti que cruza Algorta, la que
empalma con el Paseo del Ángel (…) y la
que baja al Puerto Viejo” . Cinco (…) ¿por qué, habiendo cinco, se llamó
Cuatro? “(163)
Desde la primera aparición
del nombre de este cruce en Las ciegas
hormigas (“Cuando sale por la tarde, se mete en
la tasca de Cuatro Caminos...”) (24) hasta su última aparición en su última
novela Cadáveres en la playa (“El
chirrido del eje (de la carretilla) se halla en su mejor momento. Alcanzamos
Cuatro Caminos y empezamos a bajar”) (225) ha sido un lugar que aparece en
casi todas las novelas del Getxo literario de Ramiro Pinilla.
- ¿Por qué ese cruce siempre tan presente en tus novelas?- le pregunté en la entrevista
en 2013.
-
¿Sabes tú dónde está?- me preguntó a botepronto Pinilla.
-
Sí, - le contesté- me
lo dijo Mikel, el del bar Jolas Aurre, un bar de
-
Pues, mira te voy a decir la razón de mi
sacralidad. (Me quedo asombrado
ante el uso de esta palabra)
Cuando siendo niño después de haber
veraneado varios años volvíamos de
Bilbao por las vacaciones…
Y entonces me
explica algo que me trajo a la memoria un pequeño texto suyo que había leído en una página del diario El correo… :
“Habían de transcurrir nueve meses para gozar de
otro verano, todo un parto doloroso en el colegio de frailes. Merecía la pena.
Al final estaba el breve viaje Bilbao-Algorta al encuentro de aquella brisa de
la mar dándome la bienvenida.
Apenas concluidos los exámenes de
junio –siempre con algún suspenso, siempre en matemáticas- embalábamos los
trastos para el traslado. Metíamos casi todo en cuatro o cinco cajones de
madera que viajarían en camioneta.
Yo iba en esa camioneta. Desde el
alto de Cuatro Caminos la carretera baja en pendiente hasta la playa de
Arrigúnaga. Y era en Cuatro Caminos, al asomarse la camioneta a la mar, donde
yo recibía en el rostro la fresca brisa anunciándome el mundo de las maravillas
que me había esperado abajo todo el invierno, el mundo donde volvería a vivir
como un pequeño salvaje, el mundo de la inocencia, el mundo de la libertad” ( El
Correo,13/02/2011)