Van pasando los años en los
verdes valles…
En este 3r tomo de la
trilogía, los personajes a los que Pinilla les da voz nos van metiendo en ese
mundo que se va muriendo.
Asier, anarquista, es el contrapunto del maestro nacionalista Don Manuel en esa
interpretación de la historia política y social de Getxo, en el objetivo de la
guerra civil (“no era nuestra guerra”), en la denuncia del papel titubeante del
PNV, en el posicionamiento de la gran burguesía industrial vasca ante la guerra,
en la lucha antifranquista, en la aparición de ETA y el nacionalismo revolucionario.
(Y no cabe duda de que cuando habla Asier de estos temas es la voz de Ramiro
Pinilla sobre ellos, tal como le hemos oído en entrevistas).
Curiosamente hay alguna coincidencia personal (de las que yo conozco) entre
el personaje y el escritor. Una es que los dos nacen en el año 23. Otra es que,
cuando los batallones italianos fascistas
entran en Getxo y acampan en la explanada al lado del “viejo castillo”, invitan
a comer macarrones a la gente que se acerca; el joven Pinilla entre ellos.
(Asier también se acerca a comer (51)). Y una tercera es la que explicaba Pinilla, al hablar de los
ataques aéreos, que por el ruido de los bombarderos llegó la gente a adivinar
cuál era el destino: la ría, Bilbao, Santander… Asier se hizo también “un
experto en vuelos” (43)
De la mano de Moisés Baskardo
nos introduce Pinilla en la convulsa personalidad de Martxel? de Jaso? , que ha
retornado con su ama, la marquesa de Oiandía, se siente gudari y hace servicios
en la Ertzaina; nos introduce en la desmemoria de aquel que ya no se acuerda de
Oiarzena ni de sus gentes ni de la libertad de costumbres que se habían ido implantado
en aquella casa pero donde volverá a vivir, y será testigo de la violación en
Arrigúnaga de su hermana Fabi y su sobrina Flora por unos matones falangistas
de Getxo y de la venganza que de ello se cobrará su sobrino Kresa, integrado en
ETA. Al final de sus días, antes de morir dice: “Soy Moisés, ¿qué os parece?”
(54)
En el palacio Galeón el diario de Aurelio
(541-573) explica “las negruras que escondía el Galeón” “inmundicias” que la
Criatura, Cándido Bascardo Lapaza Puerta Garzea del Divino Cuerpo del Redentor,
protagoniza. En el palacio muere Efrén, su padre, y más tarde Ella, la abuela,
con 99 años; y del palacio huye Elisenda, su hermana, con el soldado italiano
que, hacía unos años la había violado. Y nos enteramos de los orígenes de Ella y de
los nuevos habitantes del palacio y herederos del imperio económico que la Criatura había dejado.
Roque,
ya mayor, nostálgico de las huelgas del
90 siguiendo a Isidora (“Yo estuve en las mayores huelgas que se hicieron por
aquí”, le dice a un obrero joven), acude
a las huelgas del 47 en Altos Hornos del Cantábrico y va a las Colinas rojas a
repartir octavillas que le ha pedido a Asier, su sobrino, para la
reivindicación del 1º de mayo.
Don Manuel Goenaga, el
maestro es la última voz que explica que “el viejo mundo se moría”. Es el final
de la “Edad del Hierro”, del declive de los “chatarreros”. De Europa llegaba el
mandato de la Reconversión Industrial.
En los Altos Hornos se
produce el desenlace fatal de la caída de la Criatura en “la sopa de hierro”,
en el “caldo a mil grados” (631) cuando estaba visitando lo que iba a ser el
Museo del hierro. Será en lo alto del monte Serantes donde será depositada la
masa resultante, el Tocho. “Es el fin de una Era”. Son “las cenizas del hierro”,
dirá Don Manuel. “Están ahí arriba”
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Este tercer volumen recibió
el Premio Nacional de Narrativa de Literatura 2006.