...“siempre a través de esta ventana, siempre”. “He escrito Verdes Valles sin salir de este cuarto: todo ha sido imaginado”
La infancia le había pesado mucho a Ramiro Pinilla. Desde muy pequeño había estado veraneando en un caserío, el caserío Arrune, que estaba tocando a la playa de Arrigúnaga.
Cuando retornó a Bilbao y una
vez acabada la guerra civil la idea que
no le abandonaba era retornar a Getxo. “En
Getxo pasé mi infancia, veraneaba. Me atrae su naturaleza natural, sus playas,
su mar. Humanamente, soy un enamorado de Getxo”.
En este barrio de Andra
Mari (su barrio de San Baskardo) compró una parcela de los terrenos que habían sido
del caserío Uri. Un albañil y un peón y “cuatro
duros” . Así es como fue construyéndole su casa mientras seguía trabajando
de oficinista en la fábrica del gas, en Bilbao
“En 1957 nos construimos una casita de campo en Getxo, Walden, en la que
aún vivo hoy”. Esto lo escribía en
el año 1981 para el libro de la editorial Gran Enciclopedia Vasca, 100 vascos de proyección universal....
En la entrada que da al jardín y
al huerto de la casa, en la columna de
la derecha que le da sostén a uno de los lados de una sencilla puerta de madera
está el bloque rectangular de piedra con
el nombre grabado, WALDEN , como homenaje a H. D. Thoreau,. Lo mandó poner al
albañil cuando estaban haciendo el muro exterior. Es el mismo todavía.
El premio Nadal de 1960 le sirvió
para acabar la casa y saldar deudas. Con
esas 150 mil pesetas devolvió a un amigo de Bilbao 30.000 pesetas que le había
prestado y pagó la hipoteca de 50.000
pesetas de un banco; con el resto del premio, decía Pinilla que pudo pagar algunas deudas que arrastraba.
Aquí llegó “para huir de todo”. Ya
venía con la idea de llevar una vida un tanto primitiva y en contacto con la
naturaleza, defensor del anti consumismo y la vida simple. . “Para mí la tierra es volver a los orígenes
de la humanidad cuando todos los hombres vivían de sus manos. Cuando era joven
he vivido en Getxo de mis manos, de mi huertecito. Este volver al primitivismo
lo he defendido siempre y lo he expuesto en las novelas”
Cuando leyó a Thoreau, se reafirmó en esta
idea de vida natural y sencilla. Pero además de la renuncia a la vida urbana,
no sólo lo importante era la casa
solitaria, apartada… era importante la elección del lugar. Y el lugar, Getxo, le
había escogido a él:.
Y así durante muchos años vivió de lo que el
huerto de alrededor de sucasa le daba y de la venta de huevos del gallinero que
montó en un cobertizo detrás de la casa. Llegó a tener doscientas gallinas.
”Trabajé de chupatintas en las oficinas de la fábrica de gas por las
mañanas y por las tardes en una editorial infantil, FER, haciendo frases para
cromos y por el estilo. Pero en la
fábrica me jubilaron muy anticipadamente, por un desprendimiento de retina, y
porque tenía problemas en casa y todo eso. Me vine aquí y escribí biografías
por encargo, una al mes, para sobrevivir. Y también he sido granjero, criaba
gallinas y vendía huevos, y cultivaba de todo en la huerta”
Cuando la ves, notas que Pinilla
no quería una casa con pretensiones, sino sencilla, como él.
Una puerta de madera en el
pequeño muro de la calle da paso a unas losas que conducen hasta los tres
escalones que acceden a un pequeño porche. Ahí está la puerta de entrada a la
casa. Cuando entras, un pequeño pasillo te lleva inmediatamente, a la derecha,
a una salita. Enfrente de la puerta está la mesa de trabajo, debajo de una
ventana. La ventana por la que ha contemplado los verdes valles de Getxo “siempre a través de esta ventana, siempre”.
“He escrito Verdes Valles sin salir de
este cuarto: todo ha sido imaginado”
Pero ha sido una labor dura la del escritor…Esa
ventana, esa mesa y ese cuarto han sido los testigos de su lucha; “después
de 4 o 5 horas a lo sumo, el escritor, tras muchos tachones e infinidad de
correcciones abandona la tarea pero eso sí, un folio al día es un triunfo” “La labor de la escritura de solo un
folio al día es muy dura, porque no sale casi nunca, hay que luchar mucho”
“… y en cuanto acababa un capítulo, me iba a la fotocopiadora. Tenía un
original en casa y la fotocopia la guardaba en el gallinero. Si se quema uno,
queda el otro. Porque un buen día si va bien escribo un folio. Generalmente
medio, y a veces nada o una línea”
En junio de 1969 un entrevistador le preguntó: “¿Cómo es tu
vida de escritor?”. Y le responde: “No
tengo vida de escritor en el sentido que un albañil puede decir que tiene vida
de albañil. Tengo que hacer equilibrios para proporcionarme 2 horas diarias en
que poner unos ladrillos”
Desde siempre escribía con
bolígrafo. Usaba bolígrafos Bic “de los de
toda la vida” y de tinta azul, “la
negra es más espesa” y papel grueso “para
que la punta del Bic se hunda blandamente sobre la hoja”. Esto le permitía
ver y leer lo que escribía. Porque Pinilla tuvo
desde los cuarenta años, problemas en la vista, “desprendimiento de retina”, que le produjeron dificultad de visión. Dificultad sobre
dificultad, pero cuando se es un escritor de raza…
En este pequeño cuarto fue
gestando a lo largo de los años su mundo literario, en un único escenario,
Getxo, creando ese mundo cerrado o novela infinita.