El
fin de semana de septiembre, los días 16 y 17, sábado y domingo, hicimos dos
rutas literarias por los escenarios de
los verdes valles. El Ayuntamineto lo había programado como homenaje y recuerdo
de la fecha del nacimiento de Ramiro Pinilla, el día 13 de septiembre. En la entrada
anterior del blog, yo explicaba que sería la tercera tanda de las que se
realizarían este año.
Las
rutas se enmarcaban en la apuesta que el Ayuntamiento de Getxo había hecho para
potenciar la figura del escritor como reclamo turístico durante este año 2017 ya que “en este
momento existe demanda de visitantes por conocer los lugares en los que se
basan las novelas de Pinilla”. Son palabras de Irantzu Uriarte en la nota de prensa de fecha 17/03/28.
Como ocurre en casi las 20 rutas que, a lo largo de siete años, he ido
realizando, siempre hay alguna o algún participante que me pregunta por la carambola
de ser yo de Navarra, vivir en Barcelona y estar embarcado en esta ruta en Getxo.
Y, entonces, aprovechando el espacio de ida de un lugar a otro, explico cómo
fuicaptado por la obra de Ramiro Pinilla y cómo surgió mi primera ruta literaria
en Getxo. Así fue:
Lo
comencé a leer en octubre de 2006. Le
habían dado el Premio Nacional de Narrativa 2006 del Ministerio de Cultura por
el tercer tomo Las cenizas del hierro
que completaba la trilogía Verdes
valles, colinas rojas. Había yo
leído un breve comentario que hablaba sobre lo que representaba esta gran obra
recién publicada. Decidimos comprar los tres volúmenes.
Encaré
el primer tomo La tierra convulsa.
Como, en cuanto podía, estaba con el
libro entre las manos, me dijo mi mujer, Loles: ¿Te está enganchando, verdad? Y yo le respondí.”Si. Ya lo ves”.
Como
los libros requerían tiempo porque son de más de 600 páginas cada uno, y yo disponía de bastante, continué con Los
cuerpos desnudos y, sin darme
tregua, una vez acabado, me metí en el tercer volumen Las cenizas del hierro. Tal como los iba acabando se los iba
pasando ella. Vi también que los leía con mucha atención.
Y
de ella salió la idea de viajar a Getxo: “¿Por
qué no vamos a conocer el Getxo de este Pinilla? Lo dijo como sin darle
importancia. “Después de tantas veces
como aparecen algunos nombres de lugares, podríamos ir y ver de localizarlos”
-, añadió. No nos costó
mucho decidirnos. Así que nos fuimos para Getxo. El viaje fue en la Semana
Santa del 2007..
Era el lunes cuando
llegamos a Getxo. Nos dirigimos al centro. Aparcamos. “¿Por qué lugar preguntamos?” nos dijimos antes de continuar. Había
nombres que nos sonaban mucho: La Venta, la Campa del Roble, la playa de
Arrigúnaga, La Galea,... Preguntamos por ésta última.
La referencia
que nos dieron fue la presencia de un molino con aspas. Fue fácil encontrarlo. Sus
aspas lo hacen visible desde lejos. Delante de él, vimos y paseamos por encima del acantilado
que lleva el nombre de La Galea.
Y
en su base, descubrimos la playa de Arrigúnaga. Fuimos bajando
hasta ella haciendo una parada en las ruinas de “¿un antiguo castillo?” ¿Era éste el que Pinilla alude en su trilogía
en varios pasajes? Desde allí bajamos a
pisar la arena de la mítica playa de la trilogía. Son muchísimas las escenas que
tienen esta playa como escenario.
“Aquí, en esta playa, es donde…” Nos sentamos a recordar algunas
de ellas y a disfrutar del paisaje: rocas a derecha e izquierda, el acantilado,
las olas de la playa, barcos por la ría del Nervión, montes verdes al otro
lado...
Luego,
recorrimos el camino que, desde la playa, sube hasta enlazar con el asfaltado
que nos llevó hasta el antiguo fuerte, el faro y Punta Galea.
Al
día siguiente, martes, visitamos el Puerto Viejo de Algorta, (¡qué bonito y
coqueto!), el barrio de Andra Mari y su iglesia (¡encantadora!) y ¿la Campa del
Roble, dónde? Justo delante de la iglesia de Andra Mari hay un paseo ajardinado
que asciende suavemente hacia La Galea. Abordé a una señora que estaba paseando su perro. Era de las de Getxo
de toda la vida. “Aquí nací y aquí vivo”,me
dijo. Le pregunté: “¿Conoce usted por aquí un lugar llamado la Campa
del Roble?”Me contestó que nunca había oído ese nombre.
Paseando
por la tarde por la playa de Ereaga y viendo las enormes arcadas que están en la llamada Punta Begoña,
haciendo esquina entre la calle Muelle de Ereaga y el paseo Marqués de Arriluze,
me las señaló mi mujer diciéndome:“Este podía ser el Palacio Galeón”.
El
tercer día aparcamos el coche en la calle Bajada de Arrigúnaga.
Loles presentía que alguna de las casas de los alrededores sería la de Pinilla.
Sabíamos- lo habíamos leído y visto en una entrevista- que en la puerta que
daba al jardín había un letrero con el nombre de Walden. Se fue a probar
suerte. Esta vez la intuición le falló. No era este el sitio.
Mientras
tanto, yo me dirigí a un señor mayor que pasaba al lado mío preguntándole si
era de Getxo y si conocía a un escritor local llamado Ramiro Pinilla. Me
contestó que era nacido en el barrio pero que no le sonaba ese nombre por ahí. Lo
mismo le pregunté a una pareja joven que subía por la calle. Nunca habían oído
su nombre.
Curiosamente,
cerca de esta calle hay un cruce de calles. Merodeando por una de ellas, vimos un edificio escolar, de planta baja y
un poco alargado. Aquí intuyó Loles que
era la escuela de Algorta donde don Manuel, el maestro nacionalista, daba clase
a los niños y la señorita Mercedes, su prometida, a las niñas. (Lo de las diversas
intuiciones, que me dejaban perplejo, resultaron ser ciertas).
El
día de Jueves Santo volvíamos para Barcelona. Recién iniciada la vuelta pasamos
por delante de un restaurante llamado La Venta. Lo habíamos tenido cerquísima
pero, sin embargo, no la habíamos visto. Nos marchamos con el gusanillo de que
nos faltaban lugares por conocer del Getxo de “este Pinilla”.
Esta
fue mi primera incursión en el territorio del escritor.