Una invitación a la lectura
Para
entrar en el Getxo literario de Ramiro Pinilla hay varios senderos o caminos
por donde acceder.
El
camino más antiguo es el de Las ciegas hormigas, que lleva al
acantilado de La Galea, con su faro, su fuerte; a la playa, y al pueblo de
Algorta, con su cruce Cuatro Caminos, su plaza, su cine… Pero, desde él, no se
abarca una panorámica de todo el territorio.
Hay
un sendero, de corto recorrido: Recuerda, oh, recuerda, desde el que
se ofrece una vasta panorámica a escala reducida del territorio de los verdes
valles de su trilogía. De entre todos sus cuentos, este, había dicho Pinilla era
el que más le gustaba.
Pero
para entrar por la puerta grande hay que seguir el camino que marca La
tierra convulsa. Y este camino que se detiene, y avanza, y retrocede y
continúa avanzando, va saltando de un lugar a otro. Es un camino largo, que hay
que tomar con calma porque continúa con
los otros dos tomos: Los cuerpos desnudos y Las
cenizas del hierro.
A
veces uno quiere aproximarse a un trozo escogido del territorio, como puede ser
Sugarkea, donde moran unos seres primitivos, los Baskardo, y es Andanzas
de Txiki Baskardo el camino a seguir.
O
tal vez coger la senda que lleva, a través de La higuera, al Instituto
de enseñanza media, en la vega de Fadura.
O senderos más introspectivos, por los que nos
lleva Quince años, que se adentran en la psique del personaje de don
Manuel Goenaga, el maestro nacionalista.
Otras
veces, es desde la librería Beltza, de donde sale el sendero que avanza por el
territorio, esta vez salpicado con
crímenes que, el librero Sancho Bordaberri, metido a investigador, se decidirá
a resolver: Sólo un muerto más, El cementerio
vacío, Cadáveres en la playa.
Finalmente,
hay unos senderos que, desde varios ángulos, se adentran en el Getxo literario
de Ramiro Pinilla enriqueciendo su perspectiva: Todo el mundo se llama
Arrigunaga.