1.
En la despedida de Lluis
El
día 2 de este enero nos ha dejado, se ha ido, se ha muerto Lluis. Fuimos
algunas amigas y yo al tanatorio de Torelló, un pueblo de la plana
de Vic, a darle un abrazo a su mujer Pilar y a despedirnos de él y
decirle adiós. Nos despedimos diciéndole que nos llevábamos el
recuerdo de un buen amigo. Habíamos compartido muy buenos momentos.
Pilar
forma parte de un grupo de mujeres que se reúnen mensualmente para
enseñar y aprender, unas de otras, recetas de cocina saladas y
dulces. Acompañan la cena y la reunión con vino, blanco o tinto
según lo cocinado, y muchas risas. Se bautizaron hace años con el
nombre de “culleres de fusta” (cucharas de madera). Mi mujer,
Loles, forma parte de él.
Los
maridos quedamos al margen de estos encuentros gastronómicas, que
normalmente son al atardecer y se prolongan un poco cuando anochece,
pero, alguna vez, hemos tomado parte con ellas en algún otro cuando
se ha realizado a mediodía, así como en alguna salida de día o de
fin de semana.
En momentos como estos es donde coinicidí con él y ahí pude conocer
un poco a Lluis, persona amiga de conversar, de palabra tranquila y
fácil y de frases mesuradas.
En
el tanatorio, además de con Pilar, nos abrazamos con Marta, que
también es del grupo de “les culleres”. Y cuando los abrazos se
acompañan con lágrimas, sobran las palabras. . Lluis era su “padrí”.
En
la despedida estaban otras amigas de Pilar y Marta, además de
algunas del grupo, que habían acudido más temprano que nosotros. En
un corro íbamos desgranando recuerdos de momentos que habíamos
pasado juntos, de cuándo y cómo habíamos conocido a Lluis, de cómo
era…
Marta,
mientras tanto, había estado recibiendo y abrazándose con otras
personas, amigas y familiares, que iban llegando. Pasaron unos minutos y Marta vino a
verme: “Creo que te va a gustar lo que te voy a
decir”, me
dijo. Yo me quedé sorprendido y con una ligera sonrisa en espera
de sus palabras. Continuó: “Entre los regalos que Lluis y Pilar habían preparado para familiares en estos Reyes había
un libro de Ramiro Pinilla, Los cuentos”. No supe
qué decir, solo sonreír ya abiertamente.
Esto
me tocó la fibra pinillesca y decidí que tenía que contarlo y
explicar mi asombro y admiración al grupo de “les culleres”
ante su implicación en la lectura de un escritor con el que yo tuve
una relación literaria.
Los
dos, Pilar y Lluis habían leído una de sus novelas, La higuera. Y,
por lo que se ve, les debió gustar mucho el libro y el escritor.
Había sido una lectura
previa a la ruta literaria de Ramiro Pinilla que hice
con el grupo en Getxo el
pasado octubre.
Pero esto queda para otra entrada.
Pero esto queda para otra entrada.