Rafael Chirbes. Diarios. Editorial Anagrama, Barcelona, 2023
7 agosto
“Termino el primer volumen de la saga pinillesca, tan faulkneriano en el fluir empastado de la prosa, en la intensidad de crear un mundo literario, paralelo y trasunto del real: con su geografía, su historia, la psicología de sus habitantes, de cada uno de ellos, y otra psicología que es la del colectivo, el eje centrals del libro, su desazón originaria: el origen de la muta, de la fratría o el clan -lo vasco- que define y se pone en guardia frente al exterior. Pero el libro de Pinilla es faulkneriano en otras muchas cosas, incluido el perspectivismo: la narración surge del cruce de las distintas miradas, como en Mientras agonizo: a veces, estas miradas distorsionan la norma, porque es la voz de un imbécil la que se escucha, Josafat, o se trata de un impedido físicamente, Asier, y entonces notamos que nos llegan ecos de El ruido y la furia. Uno percibe también a Faulkner en la forma en que Pinilla juega para que las miradas sean distintas en razón del espacio geográfico concebido como lugar de posición social (uno u otro lado de la ría), y en razón de los distintos tiempos (hay el tiempo de los hombre de madera y el tiempo de los hombre del hierro), y cómo esa pluralidad cristaliza en una pieza colectiva, el clan, que es lo que va conformando el mito: el texto es precisamente el enfrentamiento de esa pluralidad de miradas, su incorporación a una tarea única, que convierte los materiales extraídos de lo cotidiano en épica, en supuesto gran relato (el tono bíblico). El libro, con sus altibajos, me ha parecido fascinante. No recuerdo que nadie haya hecho algo así en la literatura española contemporánea, por su aspiración podría ponerse en al misma onda a Benet, pero la mitología de Benet tiene demasiado de juguete literario que flota altivo sobre la realidad, mientras que Pinilla coloca los mitos -y la novela- en el corazón vivo de la historia, a ras de suelo, de barrizal y de vientre; con materiales de construcción de la idea de pueblo (ya se ha dicho: lo cotidiano como elemento constructivo), de su historia (el mito amplifica esa cotidianidad: epopeya; en lo más alto, la Biblia).
Mientras se adentra en el monumento pinillesco, el lector advierte cómo crece en las palabras del libro el País Vasco: ve sus paisajes, oye hablar a sus campesinos, reconoce la etiologia de ese pueblo y sus transformaciones en el tiempo. En Benet, las voces son más abstractas,no parecen corresponder a nadie que no sea el propio novelista, y su paisaje mítico (Región de regiones) es un paisaje de novela, fruto del esfuerzo literario, un mundo que desaparece en cuanto has cerrado la novela. Cierras el libro, apagas la luz de la habitación y el mundo de Benet deja de existir hasta que lo recree otra lectura, u otro lector. El paisaje de Pinilla se escapa del libro; es más, te obliga a salirte del libro. El texto literario como un rizoma que lo coloniza todo. No es pequeña diferencia.
(pág 166)
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“La novela de Pinilla, que ha estado domesticando al lector durante las primeras trescientas páginas de segundo volumen, rompiéndole los códigos para convertir cualquier camino en creíble, estalla de repente, se desborda, en un crescendo casi insoportable: se suceden las situaciones límite en una escalada que uno no sabe hasta dónde puede llevarlo” (va enumerando: Flora y el vagabundo agonizante, falsa boda entre Jaso (tío) y Flora (sobrina) y el suicidio de Jaso; la locura de Martxel ...) “Pero las historias enloquecidas, con esa pasada de rosca de la literatura faulkneriana, se suceden y encabalgan “ (sigue enumerando: el enamoramiento de Cándido de una criadita con corsé metálico, habla de Aurelio, del animal híbrido...)
”Todo eso y tantas otras historias más -el libro es un entrecruzarse de cuentos, mitos- contadas en un tono crispado, locoide, componiendo algunas de las páginas más terribles de la literatura española actual (¿cómo ha podido vivir Pinilla con esos fantasmas durante todos estos años?), llegan al panorama cultural del país después de tanto lavado de cerebro en torno a lo que sea o no esencia de lo vasco.
Dejo noqueado (yo) el libro y escribo estas líneas para darme un descanso y descargarme de la tensión insoportable que em produce. Dios mío, pero dónde me he metido. Dan ganas de gritar.
10 de octubre
Sigo con Pinilla. Emoción incontenible en las páginas que Roque Altube describe las batallas del cerco de Bilbao. A cada momento me veo obligado a detener la lectura de estas últimas páginas del libro. Ha conseguido que habite su mundo, que tenga la impresión de que formo parte de él. No creo que haya nada parecido en la narrativa española contemporánea, no lo hay. Pide sitio junto a los titanes: Balzac, Proust, Musil, Tolstoi; o junto a Faulkner, que es el modelo que Pinilla ha elegido para construir su artefacto: como te ocurre cuando lees a todos estos novelistas, en la novela de Pinilla no lees un mundo, sino que estás dentro de él, absorbido, abducido por él.”
(pág 220)