miércoles, 27 de noviembre de 2013

Cuando las ciegas hormigas...

 Campas de Arrigúnaga. Aquí sitúa Pinilla el caserío Jáuregui
                                                        de Las ciegas hormigas.

Ramiro Pinilla se había trasladado de Bilbao a su nueva casa, todavía no acabada, en Getxo. Allí vivía con su mujer y sus tres hijos.Sacando tiempo de donde podía, había ido escribiendo una novela que presentó al premio Nadal. Había tardado siete meses crearla. El título: LAS CIEGAS HORMIGAS. Era el día de Reyes de 1961. Su novela sería la ganadora del Nadal 1960.

En esta novela es donde hace suyo el territorio, Getxo,donde se desarrollará la acción de la mayoría de sus novelas, con lugares, personajes y mitos que aquí aparecen. El acantilado de La Galea, el viejo fuerte, el faro, el cementerio, las ruinas de un castillo, la playa...

Así comienza la novela: “Estaba junto al padre mirando el barco de 5000 tonelada que sabíamos que se iba a hundir irremediablemente” Y una pocas líneas más adelante…“A duras penas nos manteníamos en aquel borde de la costa de la Galea, a cien metros sobre las peñas”.

Si alguien se deja ir por este territorio, “por la meseta de La Galea que corre sobre los acantilados y que arranca a 80 metros medidos en la vertical sobre la misma playa, para dirigirse, en levísima pendiente, hasta Punta Galea y el faro…” ( 72) encontrará hoy mucha gente paseando, gente en bici, gente haciendo footing, y otros sentados en los bancos de un esta meseta urbanizada que invita a la relajación y al disfrute del paseo, al ensimismamiento y al disfrute del entorno . Las edificaciones quedan algo apartadas.

Al poco rato de iniciar la subida en suave pendiente se pasa por delante del “viejo molino” con sus aspas, antes “abandonado” y hoy convertido en un elegante restaurante.

Antes, hace muchos años, existía una“ (…) carretera de La Galea, que no era más que una vía más ancha que un sendero y menos ancha que una carretera secundaria, limitada por la abundante argoma erizada de pequeños pinchos…” (76) Ahora la subida hasta el fuerte y el faro se puede hacer por diversos caminos y senderos. Algunos de ellos, muy estrechos, atraviesan esa argoma pinchosa y alguno de ellos te lleva hasta el borde del acantilado. En algún lugar del acantilado, antes, debió haber un “sendero de cabras del acantilado” (86) que comunicaba con la base de la pared rocosa.

Siguiendo la ascensión pero por un camino ahora asfaltado se pasa por delante del cementerio de Algorta, lindando con los pinares de la “explanada rocosa de La Galea” (33); pinares”que se extendían desde La Galea a lo largo de toda la costa, por Sopelana y Barica y Plencia, kilómetros y kilómetros” (76)donde iban los lugareños próximos y lejanos a coger piñas y ramas para el fuego. Cuando se llega al punto más alto de la meseta se encuentra uno con “el viejo fuerte” donde alguno de los que van a recoger el carbón, en la novela, ya han colocado el trípode con su polea en la orilla del monte. “Era el mejor sitio, junto al muro del viejo fuerte” (77), “bajo el sonido de le sirena del faro y de los destellos que cruzan el espacio como una espada manejada por un gigante” (79) El fuerte alberga un faro que dicen ser el más antiguo de Bizkaia. Y el fuerte de La Galea, que lo alberga es, dicen también, el único que tiene su figura pétrea bien conservada. De los 18 fuertes que debió haber en Bizkaia en el XVIII sólo quedan restos de dos o tres. Y el de La Galea es el que resiste casi entero.

Y en medio de la playa como testimonio de un tiempo remoto en que estratégicamente dominaba la playa queda “un conjunto de viejos muros de piedra de arenisca”, “sin forma adivinable de castillo” que según la leyenda debió ser construido por los moros.

Por este escenario del caserío y todos sus alrededores ha paseado durante más de 60 años, primero de niño, luego de adulto y después de mayor. Y sigue paseando ahora ayudado de un bastón.

Pero no es solamente es este escenario alrededor de La Galea, el real. Es el barrio de Algorta, el que está presente en la novela. “La trainera del Puerto de Algorta!” es la que gana la regata y, como vencedores “la tripulación debería realizar un recorrido por El Abra, para que la gente de nuestro pueblo nos contemplara a su gusto” (108)

Cuando desde la playa vas al centro de Algorta, se sube una cuesta, al principio suave pero que en su último tramo se empina. “Desde lo alto de la cuesta se divisaba “el caserío, allá abajo, casi oculto entre higueras y parras, a un tiro de piedra de la playa” (231). Esta cuesta lleva al cruce de Cuatro Caminos ( por qué tantas localizaciones en este cruce????)donde estaría la tasca frecuentada por Juan, el cuñado de Sabas.

Muy cerca del cruce, a un centenar de metros, se puede oír “sonar las campanas de la torre de los Trinitarios anunciando la misa” llenando el ambiente de sonido de domingo) (169). También muy cerca del cruce bajando ligeramente se llega “a la plaza de Algorta, la Plaza, donde se celebraba mercado los jueves, sábados y domingos: una explanada con suelo de cemento, en medio del pueblo, ante el edificio que albergaba al juzgado y la escuela y, en su planta, el frontón de pelota;”(164)

Esta novela marca el inicio de un cambio de estilo en su escritura y en ese "mundo cerrado", en esa "novela infinita" que tiene a Getxo por escenario. Faulkner es su referencia literaria. "Gracias a él descubrí los mundos cerrados y ya no me interesó contar historias sueltas", ha repetido en muchas ocasiones.