jueves, 23 de abril de 2015

Cuatro Caminos (en Algorta)



                "Cuando me conviene emplazar la acción en un sitio, digo: ¡coño! ¡Cuatro Caminos!" 
                  ( Palabras de Ramiro Pinilla en la entrevista en Walden )

 En Algorta, algunos lo conocen como Cuatro Caminos. Parece un lugar de paso, un simple cruce de calles o antiguos caminos, pero para Ramiro Pinilla era un lugar muy especial, muy emotivo.

Casi en el centro de Algorta, muy cerca de la plaza de San Nicolás, confluyen cuatro calles: San Nicolás, San Martín, Andrés Cortina y Bajada de Arrigúnaga.

“Cuatro calles o caminos: uno hacia el puerto, otro hacia San Nicolás, otro hacia Arrigúnaga y otro hacia Andra Mari”, escribió un algorteño, que firma como Sarrikobasoa, en este blog. 

Pero yo, como Samuel Esparta en El cementerio vacío (2013),me pregunto: “En Cuatro Caminos no confluyen cuatro rutas sino cinco: la carretera descendente a la  playa, la que empalma con la general a Bilbao, la Avenida de Larragoiti que cruza Algorta, la que empalma con el Paseo del Ángel  (…) y la que baja al Puerto Viejo” . Cinco (…) ¿por qué, habiendo cinco, se llamó Cuatro? “(163)

Desde la primera aparición del nombre de este cruce en Las ciegas hormigas (Cuando sale por la tarde, se mete en la tasca de Cuatro Caminos...”) (24) hasta su última aparición en su última novela Cadáveres en la playa  (“El chirrido del eje (de la carretilla) se halla en su mejor momento. Alcanzamos Cuatro Caminos y empezamos a bajar”) (225) ha sido un lugar que aparece en casi todas las novelas del  Getxo literario de Ramiro Pinilla.

-    ¿Por qué ese cruce siempre tan presente en tus novelas?- le pregunté en la entrevista en 2013.

-          ¿Sabes tú dónde está?- me preguntó a botepronto Pinilla.

-          Sí, -  le contesté- me lo dijo Mikel, el del bar Jolas Aurre, un bar de
la plaza de San Nicolás, muy cerca de ese cruce. A  Mikel le suelo preguntar sobre temas y lugares de Gexto. Y me dijo que, efectivamente, existe el nombre de ese cruce, pero que lo utiliza la gente mayor, los de Algorta de toda la vida.

-          Pues, mira te voy a decir la razón de mi sacralidad. (Me quedo asombrado ante el uso de esta palabra)
Cuando siendo niño después de haber veraneado varios años  volvíamos de Bilbao por las vacaciones…     

Y entonces me explica algo que  me  trajo a la memoria un pequeño texto suyo que  había leído en una página del diario El correo… :

 “Habían de transcurrir nueve meses para gozar de otro verano, todo un parto doloroso en el colegio de frailes. Merecía la pena. Al final estaba el breve viaje Bilbao-Algorta al encuentro de aquella brisa de la mar dándome la bienvenida.

Apenas  concluidos los exámenes de junio –siempre con algún suspenso, siempre en matemáticas- embalábamos los trastos para el traslado. Metíamos casi todo en cuatro o cinco cajones de madera que viajarían en camioneta.

 Yo iba en esa camioneta. Desde el alto de Cuatro Caminos la carretera baja en pendiente hasta la playa de Arrigúnaga. Y era en Cuatro Caminos, al asomarse la camioneta a la mar, donde yo recibía en el rostro la fresca brisa anunciándome el mundo de las maravillas que me había esperado abajo todo el invierno, el mundo donde volvería a vivir como un pequeño salvaje, el mundo de la inocencia, el mundo de la libertad” ( El Correo,13/02/2011)