miércoles, 23 de diciembre de 2015

En Punta Begoña el palacio Galeón de Pinilla


                                        “El palacio era innecesariamente inmenso, 
           más parecido a una ruina babilónica destinada a museo que a vivienda"

En la confluencia del  Muelle de Ereaga y el Paseo del Marqués de Arriluce quedan los restos de lo que fue la inmensa mansión de la familia Echevarrieta. Son las galerías de  Punta Begoña. El solar, encima de las galerías,  donde se ubicaba la inmensa casa, mansión o palacio señorial está ocupado, en parte,  por la urbanización Punta Begoña.

 Queda el gran salón que conserva sus paredes desconchadas, en las que se pueden ver algunos fragmentos de las pinturas que lo adornaban. Salón que era sólo lugar de reuniones con otros próceres para tratar temas económicos. A continuación hay una larguísima galería adornada con azulejos, muchos desgastados por el salitre o destrozados por vándalos humanos.   Por un pequeño paso se accede a una explanada donde debió estar la casa, mansión o palacio que ocupaba una extensión de 2.000 metros cuadrados. Las vistas sobre el entorno, a derecha e izquierda, son extraordinarias.

Este maravilloso enclave es escogido Ramiro Pinilla para situar el Palacio Galeón de su trilogía. “Era una masa ciclópea a espaldas de la playa de Ereaga, en la curva de la carretera hacia Neguri y Las Arenas. En aquel tiempo los embates del mar alcanzaban el emplazamiento del palacio, cuyo basamento era un murallón a modo de rompeolas, sobre el que un largo corredor, siguiendo la curva, permitía contemplar las olas estrellándose contra su base” (La tierra convulsa, 712- 713)


Cada vez más poderosa y rica, Ella, -aquella jovencita muerta de hambre que había llegado a Getxo y a la que el marido de la marquesa Oiandía, Camilo Bascardo, había dejado preñada-, se trasladó al barrio rico de Getxo, al de los potentados.  Fue en 1919 cuando “abandonó su amazacotada casona de Getxo y se trasladó, con todos los suyos, al Palacio Galeón, sin estrenar, de Camilo (Baskardo), y la paz volvió al cruce de Laparkobaso y cesó el lanzamiento de piedras de una casa a otra por parte de Ella todos los 25 de diciembre- aniversario de la procreación de Efrén, según las cuentas que sacaba el pueblo” (La tierra convulsa, 614)

Pinilla no se detenía en descripciones ni de personas ni de lugares pero, curiosamente,  algo le debió sugerir esta edificación para dedicarle estas palabras.  El palacio era innecesariamente inmenso, más parecido a una ruina babilónica destinada a museo que a vivienda, frustrado símbolo ensombrecido de un poder, con dos fachadas frontales en ángulo curvo y altura de cuatro pisos,  ambas de piedra con pesadas balconadas, rematadas en lo alto por una galería corrida de punta a punta, una acrópolis lóbrega incluso en días soleados, y, como anomalía, el acceso al gran jardín elevado a modo de sombrero, un inesperado cielo que comunicaba con el mundo. La espalda del palacio chocaba contra el monte y servía a éste de contención, por lo que carecía de luces por ese lado. Un templo que parecía estar obligando a los ajenos a sacralizarlo” (Los cuerpos desnudos, 323)

“Pero Getxo apenas nada sabía de lo que pasaba dentro de aquel edificio “con aire de panteón sellado” (Los cuerpos desnudos, 321-328)

 “Las noticias de lo que fue sucediendo en el Galeón  a lo largo de los años siguientes nos llegaron con cuentagotas. Por suerte disponíamos de la leyenda”, dirá Don Manuel, el maestro.

Unos fragmentos del diario de Aurelio Altube descubrirán más detalles, algunos insospechados y otros sórdidos de la vida en el Galeón, “de las inmundicias” y de “las negruras que escondía”… (Las cenizas del hierro, 541-572)

Aurelio, hijo de Roque Altube, es tutor de Cándido Bascardo Lapaza del Divino Cuerpo del Redentor,hijo de Efrén ; criados y doncellas pululan por el palacio; profesores jesuitas para Cándido; criados que escoltaban a la Criatura (Cándido) hasta la playa de Ereaga en sus baños en la mar; la conducta  sexual de la Criatura, el cerramiento dentro del edificio del híbrido Cristóbal, descendiente del macho de las llamas venidas del Perú y el rapto del animal por dos muchachos de Getxo; el fallecimiento, abrasado, del tercer hijo de Efrén…
  
Uno tras otro, los moradores han ido muriendo o despareciendo. Elisenda, hija de Efrén, había huído con su hijo de siete años, desnudos los dos, con el soldado que la había violado durante la guerra y que había regresado a buscarla. Efrén falleció” y muchos no lo creyeron”. Años después moriría su madre, Ella. Cándido, el heredero del imperio económico, que había ido a ver su Acería sentado, cual monarca en  un trono,  transportado por criados,   cayó en “la sopa de hierro” de su Acería cuando desde un pasillo superior supervisaba la industria. Un tropiezo de uno de sus criados hizo que se precipitase en aquella “lava viva y humeante a sus pies”.

Pero el palacio Galeón continuará habitado por herederos de Ella, venidos del Sur. (Las cenizas del hierro, 633 y 642,643)

Punta Begoña tiene una historia real y una historia inventada. Por su interior han paseado el industrial Etxebarrieta y el escritor Ramiro Pinilla.







lunes, 23 de noviembre de 2015

Verdes valles... 3. Las cenizas del hierro


Van pasando los años en los verdes valles…

En este 3r tomo de la trilogía, los personajes a los que Pinilla les da voz nos van metiendo en ese mundo que se va muriendo.

Asier, anarquista, es el contrapunto del maestro nacionalista Don Manuel en esa interpretación de la historia política y social de Getxo, en el objetivo de la guerra civil (“no era nuestra guerra”), en la denuncia del papel titubeante del PNV, en el posicionamiento de la gran burguesía industrial vasca ante la guerra, en la lucha antifranquista, en la aparición de ETA y el nacionalismo revolucionario. (Y no cabe duda de que cuando habla Asier de estos temas es la voz de Ramiro Pinilla sobre ellos, tal como le hemos oído en entrevistas).

Curiosamente hay alguna coincidencia personal (de las que yo conozco) entre el personaje y el escritor. Una es que los dos nacen en el año 23. Otra es que, cuando los batallones  italianos fascistas entran en Getxo y acampan en la explanada al lado del “viejo castillo”, invitan a comer macarrones a la gente que se acerca; el joven Pinilla entre ellos. (Asier también se acerca a comer (51)). Y una tercera  es la que explicaba Pinilla, al hablar de los ataques aéreos, que por el ruido de los bombarderos llegó la gente a adivinar cuál era el destino: la ría, Bilbao, Santander… Asier se hizo también “un experto en vuelos” (43)

De la mano de Moisés Baskardo nos introduce Pinilla en la convulsa personalidad de Martxel? de Jaso? , que ha retornado con su ama, la marquesa de Oiandía, se siente gudari y hace servicios en la Ertzaina; nos introduce en la desmemoria de aquel que ya no se acuerda de Oiarzena ni de sus gentes ni de la libertad de costumbres que se habían ido implantado en aquella casa pero donde volverá a vivir, y será testigo de la violación en Arrigúnaga de su hermana Fabi y su sobrina Flora por unos matones falangistas de Getxo y de la venganza que de ello se cobrará su sobrino Kresa, integrado en ETA. Al final de sus días, antes de morir dice: “Soy Moisés, ¿qué os parece?” (54)

En el palacio Galeón el diario de Aurelio (541-573) explica “las negruras que escondía el Galeón” “inmundicias” que la Criatura, Cándido Bascardo Lapaza Puerta Garzea del Divino Cuerpo del Redentor,  protagoniza. En el palacio  muere  Efrén, su padre, y más tarde Ella, la abuela, con 99 años; y del palacio huye Elisenda, su hermana, con el soldado italiano que, hacía unos años la había violado. Y nos enteramos de los orígenes de Ella y de  los nuevos habitantes del palacio y  herederos del imperio económico que la Criatura había dejado.

 Roque, ya mayor,  nostálgico de las huelgas del 90 siguiendo a Isidora (“Yo estuve en las mayores huelgas que se hicieron por aquí”, le dice a un obrero joven),  acude a las huelgas del 47 en Altos Hornos del Cantábrico y va a las Colinas rojas a repartir octavillas que le ha pedido a Asier, su sobrino, para la reivindicación del 1º de mayo.

Don Manuel Goenaga, el maestro es la última voz que explica que “el viejo mundo se moría”. Es el final de la “Edad del Hierro”, del declive de los “chatarreros”. De Europa llegaba el mandato de la Reconversión Industrial.

En los Altos Hornos se produce el desenlace fatal de la caída de la Criatura en “la sopa de hierro”, en el “caldo a mil grados” (631) cuando estaba visitando lo que iba a ser el Museo del hierro. Será en lo alto del monte Serantes donde será depositada la masa resultante, el Tocho. “Es el fin de una Era”. Son “las cenizas del hierro”, dirá Don Manuel. “Están ahí arriba”

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Este tercer volumen recibió el Premio Nacional de Narrativa de Literatura 2006.

miércoles, 28 de octubre de 2015

In memoriam…(día 24, la ruta literaria)




Ruta organizada por Anabel, de la Kultur Etxea de Villamonte, al cumplirse el primer aniversario de la muerte de Ramiro Pinilla. Lucía y yo haríamos de guías.

A las 11, comenzamos en la plaza de S Nicolás, cerca de la biblioteca donde están los números encuadernados de la revista Galea que él creó e impulsó. 17 años de vida en Getxo, la revista. Escritor y animador de escritura. “Copia pero escribe” repetía. En esta biblioteca están sus libros.

Alguien recordaba en la Avenida Algorta (Avda del Ejército) la librería Antares (la librería Beltza de Sancho Bordaberri de Sólo un muerto más. Aquí tuvo, un tiempo, su sede el  taller de escritura que durante 35 años dinamizó Pinilla

En el cruce de esta avenida con la calle Telletxe, en la otra parte, La Cadena, al lado de donde vive la Srta Mercedes , narradora en la introducción y epílogo en La higuera

Siguiendo por la calle de La Trinidad se divisa la torre de Los Trinitarios, destacando en el paisaje de Getxo y presente en casi todas sus novelas y torciendo por la Calle San Martín se llega a la escuela de niños y niñas donde Don Manuel, personaje muy querido por el escritor, y la Srta Mercedes enseñan.

Unos metros más y estamos en Cuatro Caminos, lugar anodino para el paseante pero “sacralizado” (me lo dijo tal cual) por Pinilla. Y ésta es la razón. Cuando venía en el camión con sus padres y enseres a pasar los veranos en un caserío cerca de la playa “yo recibía en el rostro la fresca brisa anunciándome  el mundo de la inocencia, el mundo de la libertad”

Desde aquí la bajada de Arrigúnaga y su excepcional panorámica, al fondo. En una casa, la de Biktor Abad, a la izquierda, nos comentó Lucía que había sido sede del taller literario de Pinilla.

Y llegamos a Arrigúnaga. Fue tanto el embrujo que esta playa ejerció en Pinilla que en Andanzas de Txiki Baskardo recrea la génesis de la vida en el mundo desde esta playa.”Aquí empezó todo”.

Al lado, en las campas de Arrigúnaga, el caserío de Arrune donde pasaba los veranos. Queda como testigo de aquellos tiempos una higuera. En este entorno sitúa su novela ganadora del Nadal del 60 Las ciegas hormigas.

Aquí en el bar de la esquina disfrutamos del paisaje y de unos pichos de tortillas (la mía de boletus, sensacional)

Con el hamaiketako la subida a la explanada de la Galea es pan comido. Y justo en el ángulo que forman los dos taludes de la playa, unos tamarindos. Aquí, me dijo el viernes un pinillista, escribió Pinilla parte de la obra premiada.

Cuando llegamos al cementerio algunos no sabían que Pinilla había sido incinerado y que no estaba su tumba. Pero de haber estado su tumba, él ya se habría marchado por el fondo hacia el mar, que es lo que pasa en las tumbas de los cementerios marinos con los allí enterrados. Es una de sus leyendas del cuento Recuerda, oh recuerda, presente en la Trilogía Verdes valles…y de fondo en El cementerio vacío.

Y ya bajandos hacia el barrio de Andra Mari (barrio de San Baskardo) pasamos cerca de esta seres prehistóricos, los Baskardo de Sugarkea, contrarios a cualquier innovación porque los avances traen ataduras y , por tanto, coartan la libertad.

Uno de sus ancestros fue crucificado por equivocación (“No creáis nada de lo que estáis viendo”, les decía a los suyos) al lado de un predicador cristiano pero  fue venerado como mártir, después. La iglesia se la dedicaron a él. La Iglesia de San Baskardo.

Cuando estábamos en la Ermita del Ángel y La Venta el tiempo se nos había echado encima. Después de explicar rápidamente la aparición de la Gran Madera en Arrigúnaga y la disputa de Etxe y Larreko por su propiedad, del milagro de Totacoxe en el gran Roble y de la construcción de una ermita para  dar fe del milagro y de la construcción de La Venta, para atender a los peregrinantes o visitantes fervorosos… nos despedimos.

(Nos quedaba por ir a la rotonda de Venancios donde está el Palacio de los Oiandía y, enfrente, el Palacio árabe de Ella (en la trilogía, claro) y para los más andarines, el Instituo Pio C. Baroja para explicar la bonita historia de sus dos higueras...)

Sabemos que algunos estaban en lista de espera para hacer la ruta. En la próxima nos podremos ver.




martes, 27 de octubre de 2015

Un año después. TOPAKETA/ENCUENTRO



Durante 18 años, Getxo había tenido una revista/periódico de publicación quincenal: GALEA. Ramiro Pinilla había sido el impulsor. Duró hasta el año 2000.

Este pasado día 23, por la tarde, la sala de la Kultur Etxea  de Villamonte reunió una buena cantidad de gente que había estado vinculada a la revista: fotógrafos, dibujantes, periodistas o aprendices de periodistas, escritores, colaboradores…

Todos los que quisieron hablar fueron rescatando recuerdos personales o de grupo… y fueron removiendo emociones, que, como siempre, hacen aflorar risas y, también, alguna lágrima. Y presente en todo momento el recuerdo de Ramiro Pinilla. Muy emotivo el encuentro, que fue conducido por  Lucía Martínez Odriozola, estudiante de periodismo en los inicios de Galea y hoy profesora de periodismo en la UPV.

Por allí intervinieron: Juanra, Javier, Carmen, Teresa, Bruno, Cristina, Reina, Arantxa, Paco, Ernesto, Juan Luis, Rami… (Seguro que me he dejado a algunos, disculpad)

El encuentro era la excusa para una primicia que se quería dar a conocer. La revista Galea había sido digitalizada. Anabel, la bibliotecaria de Villamonte,  lo explicó. Ya se podía visitar por la red. Así de fácil.

En la biblioteca de San Nicolás estaban encuadernados, por años, los ejemplares desde el número 7. Ahora me  comentó ella que han conseguido los 6 primeros números que faltaban.

Era en 1983 cuando salió el primer ejemplar. Vivió la revista hasta que en octubre del 2000, hace ahora 15 años, una bomba de unos cachorros de Eta destrozó el local de redacción.

“Un día me llama la ertzaintza  a las 2 de la mañana y me dice que han volado mi periódico con dos cócteles molotov. Fui allí y estaba todo quemado”.  Así lo explicaba Ramiro.

En el texto con título VEINTICINCO METROS DE LIBERTAD publicado en el último número- segunda quincena de octubre de 2000- se hace un inventario de lo quemado:
“Destrozaron todo lo que allí había: tres ordenadores, dos impresoras, un escáner, dos teléfonos, un fax, un archivo con las cuatrocientas revistas publicadas desde el año 1982 y un jarrón con flores frescas llegadas cada mañana desde el jardín de una casa de Andra Mari”.

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Dicen que hay flores cuyas semillas, enterradas,  pueden estar latentes durante años y que cuando encuentran unas condiciones favorables, reverdecen. Esto me vino a la memoria cuando al final del acto oí decir a alguien: “¿Por qué no hacemos una revista Galea digital? “



miércoles, 23 de septiembre de 2015

Verdes valles... 2. Los cuerpos desnudos




Si alguien sabe por los alrededores de Getxo de un caserío, ahora en ruinas, porque los sueños, a veces, se desvanecen, ése pudo ser el caserío  Oiarzena.

Martxel, el hijo mayor de la marquesa Cristina  Oiandia, ha vuelto de Ceilán. Ha vuelto a la mansión familiar pero trae ideas y comportamientos extraños para la madre. Después del baño, Martxel viste sólo una túnica. “Pareces un dios griego”, le dice su hermana Fabi. “¿Por qué llevas los pies desnudos?”

Poco a poco Fabi se va dejando imbuir por las nuevas ideas que Martxel ha traído de Ceilán. “Qué estupendo tocar el suelo con la planta de los pies”, dirá ella. “Te sentirás mejor si desnudas tus senos”, le dice su hermano.

¿Cuál es esa nueva filosofía de vida que Martxel irá imponiendo, a pesar de la oposición de su madre? “Nuestra salvación está en el regreso a la inocencia”. “He vivido un largo sueño en el que conocí a hombres ingenuos que iban con los pies desnudos.” “Aquellos hombres ingenuos eran felices y yo sonreía con ellos”. “Me desnudaban y yo a ellos. Nos bañábamos en el gran río. Nos limpiábamos unos a otros los cuerpos. Nos amábamos. Éramos como hermanos…”
 “Y amaban” “Amaban los ríos y las montañas, y las plantas y los animales, y sus propios cuerpos libres eran una prolongación de la Naturaleza” (II,38)

Pero con estas ideas, ellos no podían durar en la mansión de la marquesa. Es Ama la que busca un viejo caserío “en la frontera de Getxo” para recluir, ante la conducta y actitud de todos ellos, a su hijo, a su hija Fabiola  embarazada (de Roque Altube, no de su marido Román) y a la putilla que Martxel ha traído de Bilbao a la mansión.

Búsqueda aconsejada vehementemente por el cura  don Eulogio, por el pésimo ejemplo que estaban dando a la comunidad . (II 363-366) Y encuentra dónde. “Es un viejo caserío en los límites con Berango y no lejos de la costa”.  Oiarzena es su nombre.
 Allá, lejos, nadie tendrá noticias de ellos. Cuando saben que se van de su mansión, dice Fabi “Cambiaremos el mundo. Le devolveremos la pureza

El tomo 2º de la trilogía lleva por título Los cuerpos desnudos.

Esta casa-comuna abierta con el tiempo a otras personas será un emblema de nudismo y amor libre para sus moradores. Pero la marquesa, avergonzada porque es un pésimo ejemplo para todo Getxo, hará lo posible para que se cierre.

Entre otras medidas recurre a D. Manuel, el maestro de Algorta, para que los reintegre a la vida normal. El maestro se muestra reticente, discute largamente con la marquesa porque considera, entre otras cosas, que han traído “una inquietud intelectual”, cosa que ella niega. Sólo escándalo, perturbación...afirma ella. Acaba yendo a Oiarzena y mantiene una larga conversación con Martxel. Cena y pasa la noche con ellos.

Cuando años más tarde  D.Manuel le explica a Asier su visita a Oiarzena como emisario de la marquesa le dirá una frase de alabanza de aquella casa: “Aquel espacio de libertad merece un lenguaje libre”


Pero hay más historias en este volumen. Fabiola persiguiendo insistentemente al prolífico Roque en el tranvía y acabando los dos en Arrigúnaga, apareándose como se apareaban machos y hembras entre los Baskardo de Sugarkea… El litigio por el Mostrador de La Venta, aquel entre Etxe y Larreko,  con la Iglesia como demandante… El traslado y vida de la familia de Ella en  El palacio Galeón... Los trapicheos de los hijos gemelos de Roque, hasta la muerte de uno de ellos en la playa, ahogado… Asoman también los Baskardo de Sugarkea, aquellos hombres y mujeres primitivos… La hija de Fabi, Florita, mitineando con ideas anarquistas en La Venta… Y la Guerra Civil en los montes del País Vasco, descrita por Pinilla con unos trazos magistrales….


jueves, 23 de julio de 2015

Verdes valles... 1. La tierra convulsa

                   En aquel tiempo la mansión de Camilo Baskardo se hallaba rodeada de bosques,          jaros,prados y campos de cultivo (111)

Cruce de Venancios

En el Getxo real, la calle Maidagan, que pasa por el “barrio de San Baskardo”, desemboca en la calle Sarrikobaso, en un cruce, ahora convertido en rotonda. Hace unos 40 años, me comentó Lucia, hubo en este lugar una tienda modesta, propiedad de Venancio Fano, de quien el cruce tomó el nombre. Por lo visto y oído la gente le añade una ese al nombre del tendero y se le conoce como “el cruce de Venancios”

Este  es el “cruce de Laparkobaso” , en la trilogía Verdes valles, colinas rojas. En uno de los laterales que rodean este cruce  donde ahora hay un parque infantil, sitúa Pinilla la mansión de los Oiaindia- Baskardo. Aquí debió  haber, hay gente que la recuerda, una casa grande con su jardín de árboles y plantas.

-          ¿Por qué motivo colocas ahí el palacio de los Oiaindía? - le pregunté a Pinilla.
-    Primeramente, porque existe- me respondió-. Venancios es un nombre real. Y es un emplazamiento que me gustaba porque venía bien; colocar a un lado el palacio, el caserón…
-          ¿No hay más razón? – insistí.
-          No, no. Simplemente que en el momento de escribir  se me ocurre. Bueno, pues esto lo pongo aquí y ya está.

Aquí, en esta mansión-palacio, comienza la historia. Cristina Oiandía, la marquesa, sale con sus hijos para  visitar los caseríos de su propiedad. Ama esta tierra “Nada de cestas de comida. Nuestra tierra es pródiga” y ama sus gentes. “Mientras ellos existan sobre nuestra tierra…Mientras ellos sigan ahí...”

Pero algo está cambiando en este mundo rural. Uno de los mozos del caserío de Bukuena va a trabajar a una fábrica al otro lado de la ría. ¿Por qué?  “La tierra no da para mucho”, le responde la madre a la marquesa. Ella se resiste a verlo, no lo entiende. “Si al vasco le quitan su tierra no es nada. Y las fábricas viene a arrancar al vasco de su tierra”… ¿Es el inicio del final del  mundo de los Verdes valles?

Pero es que, además, todo está cambiando en la margen izquierda de la ría. A las Colinas rojas van llegando  a trabajar en las minas de mineral de hierro mucha gente de otros lugares, algunos con ideas nuevas de unión, de solidaridad de clase obrera, de lucha común contra la explotación obrera.

Y por si fuera poco, ELLA, una chiquilla pobre que llegó a las puertas de la casona de la marquesa con 17 años,  es el enemigo venido de fuera, que desde  dentro destruirá este mundo  y sus personas, dirá Don Manuel, el maestro nacionalista, 

ELLA, pasados los años y enriquecida,  fue construyendo enfrente de la mansión,  un “palacio medio árabe”. Tres  años tardaron en construírselo. Y a partir del 25 de diciembre de 1895, en ese mismo día de cada año,  arrojaría piedras a la mansión de los Oiandía-Baskardo . Quería recordarles el mes en que quedó embarazada del señor, Camilo Baskardo (117). Será en 1919 cuando se irá a vivir a Neguri, al Palacio Galeón, con su hijo Efrén Baskardo.

El título del primer tomo de la trilogía, La tierra convulsa.  


Pinilla, durante su “marginación voluntaria” de los circuitos de grandes editoriales, que duró más de 30 años, fue escribiendo a mano, a bolígrafo, la trilogía. “Todo Verdes valles está escrito en el reverso de carteles tamaño folio cortados por mí” 3.500 folios obtenidos de los carteles de la propaganda política. Él pertenecía al Partido Comunista. Tres tomos de 2500 páginas impresas. 

-          ¿Por qué una obra tan larga?- se le ha preguntado más de una vez.

-          Llegó un momento en que la novela mandó sobre mí, y tuve que obedecerle (…) yo siempre sostenía que el autor debía imponerse a la obra, tenerla bien sujeta, pero en este caso ocurrió todo lo contrario, y fue la novela la que mandó sobre mí. Al elegir un personaje y dedicarle un capítulo me di cuenta que era el personaje el que se movía y no yo, así que le cedí todo el poder. Y al desaparecer el autor con sus leyes novelísticas, el personaje se lanza a vivir libremente.
          
En  2005 recibió el Premio Euskadi. 


Y en 2006, el Premio de la Crítica 2005, premio otorgado por la Asociación española de críticos literarios.

lunes, 22 de junio de 2015

#EfectoPinilla en el Instituto Aixerrota de Getxo

 
“A  los 14 o 15 años cuando perdía el Athletic en San Mamés yo volvía a casa hundido y me hacía la siguiente pregunta: Y ahora, ¿qué me queda? ¿Sabéis lo que eso significa en el vacío de un niño? Pues eso yo lo he vivido y lo he trasladado al libro”. (Entrevista con A.Landaburu en el PAIS) 

El día 31 de mayo Leire Reina escribía este tuit “Hoy finalizamos el #proyectopinilla con la lectura de AQUELLA EDAD INOLVIDABLE”  

Era  domingo, ese 30 de mayo, el día después de la final de copa entre el Athletic y el Barça,cuando se hizo la lectura del libro. Comenzó a las 10,30 y  acabó a las 4 de la tarde. Fue en Algorta, en la Plaza del metro.

El acto comenzó con los saludos ,felicitaciones, agradecimientos y otras emotivas palabras, de Rami, el hijo y, a continuación, de María Bengoa, la mujer de Ramiro Pinilla.  Después vino la lectura del libro.

 Así me la explicó María Bengoa: ”Los 30 fragmentos los hemos leído entre 24 personas: Anabel, la bibliotecaria, 3 profesoras (incluida la directora del Proyecto que lo es también del Instituto), 7 alumnas de Aixerrota, 2 responsables de Utopian de Getxo, Anabel Muro de la librería Gusana de Algorta  y 10 personas del Taller literario que Ramiro ha mantenido durante tantos años en Algorta (uno de ellos, un niño hijo de una del grupo que, por cierto, como hace teatro ha leído de maravilla) y yo.

A eso de las dos ha habido un éxodo importante, como era de prever; pero no queríamos dejar la novela a medias, así que los más resistentes han repetido fragmento”

 Unos meses antes, un grupo de alumnas y alumnos de 2º de bachillerato del Instituto Aixerrota, de Getxo, habían puesto en marcha el proyecto literario al que llamaron “Efecto Pinilla”. La iniciativa nació de la directora del Instituto Aixerrota, Marian Mugerza.

Lo que pretendía este proyecto era impulsar la lectura de la obra de Ramiro Pinilla, utilizando para ello la red social Twitter.
De lo que se trataba  era de ir comentando la obra a medida que se leía, bien en la cuenta de Twitter @ProyectoPinilla, o bien usando el hastag #EfectoPinilla; también se compartían opiniones sobre ella, frases que habían impactado… cualquier cosa que contribuyera a disfrutar más y mejor de la lectura de esta conmovedora novela.
También habían creado 
un blog y una página en Facebook. (texto sacado de Getxoko liburutegiak)

Para dar más amplitud al proyecto pegaron carteles por muchos lugares de Algorta, con frases del escritor.


Pinilla ya conocía el proyecto. La iniciativa #Efecto Pinilla partió del Instituto después del fallecimiento de Ramiro. Pero antes ya habían contactado con él. Había ido  y estuvo con un grupo de alumnas  pero quedó en que volvería cuando hubieran leído la novela. Eligió  ésta, la de Souto Menaya, el delantero que marcó el gol de la victoria (¿con la mano?) contra el Madrid en la final de la copa de 1943. 

Y... cuando estaba previsto que Pinilla volviera,  ya no pudo ser. En octubre fallecía.

El partido, la final de Copa de su Athletic, el día 30,  le hubiera gustado verlo a Pinilla , aunque no fue un partido inolvidable para los leones y sus seguidores.

 Y el acto del dia 31 también le hubiera gustado verlo, porque para muchos será inolvidable.



¡¡¡¡ENHORABUENA POR EL PROYECTO!!!!

sábado, 23 de mayo de 2015

La higuera del Instituto J C Baroja de Getxo, una bonita historia








 En 1966, el Ayuntamiento proyectó levantar un instituto de segunda enseñanza en los humedales de Fadura, lo que provocó un curioso conflicto con el ocupante de la diminuta parcela, que no abandonaba desde la guerra. Por muchas razones que buscamos a lo largo del tiempo, no encontramos una sola que explicara qué le hizo permanecer esos treinta años cuidando aquella higuera (…) “(41) (La que esto recuerda es Mercedes Azkorra, la maestra de niñas de la escuela de Algorta).

Es cierto, en  los humedales de Fadura, en 1966, se inauguró un instituto de segunda enseñanza al que se conocía  como Getxo I. (A partir de 1981 se le daría el nombre de Instituto Julio Caro Baroja). A su alrededor se fue haciendo un amplio espacio ajardinado con árboles de varias clases, algunos arbustos y flores. Un diminuto jardín botánico. 

Ramiro Pinilla juega en su novela La higuera, publicada en 2006, con el año de inicio de construcción del instituto y su jardín.  

Y es aquí, en este entorno donde el escritor centra la acción de su novela: “en la vega de Fadura”, “en aquel minúsculo terreno” “con aquel hombrecillo de la cabaña”  que regaba algo por las noches, pero a nadie importaba qué regaba hasta que meses después de su aparición en el julio del 37 “se descubrió el esqueje de higuera” (13). Y aquel desconocido continuó durante treinta años cuidando aquella higuera. Luego vendría “un curioso conflicto con el ocupante”.

Sabemos por “el ocupante”, Rogelio Cerón, que el conflicto vino porque no aceptó ninguna propuesta del Ayuntamiento, aunque todas las propuestas muy ventajosas,  de cambio o permuta de su terreno por otras parcelas.

Unas eran propuestas y, a veces, artimañas impulsadas por sus camaradas falangistas de la guerra, que veían que, al arrancarlo de allí desaparecería el testigo de una tumba acusadora; tumba que ellos sabían que estaba debajo del árbol.”Esa tumba es un residuo privilegiado de todo ello” (212). Era un testigo de sus crímenes de guerra. Otras propuestas le llegaban del propio Ayuntamiento, necesitado de aquel espacio que había escogido para la construcción de un edificio escolar.

A pesar de todas las presiones, Rogelio Cerón no abandonó la parcela.  Y, una vez muerto, tampoco consiguieron mover la higuera y tumba de su sitio. Lo que pasó lo sabemos por la señorita Mercedes, que recuerda que fue  don Gabino, hermano e hijo de los asesinados, ahora cura coadjutor de Erandio, el que le dio la coartada al alcalde falangista de Getxo. “Necesito una coartada técnica para dejar la higuera donde está y que el instituto la envuelva” (261), les había dicho a los arquitectos.

Y, aquel niño que había enterrado a su padre y hermano y encima de la tumba había plantado un esqueje de higuera, con los años convertida en árbol, fue el que, ahora sacerdote, encontró la solución que al alcalde le pareció buena. Explicaba en un informe las ventajas que supondría “la creación  de un jardín botánico  con una rica exposición de plantas, árboles y flores tanto autóctonas como exóticas. Su emblema sería la Picus carica, la higuera, nuestra higuera. El jardín botánico se extendería a su alrededor. No habría que moverla” (262).

La pequeña historia que viene a continuación le haría sonreír a Ramiro Pinilla:

Alguien impulsó la lectura de su novela entre alumnas y alumnos. ¿Cómo no hacerlo, si parte de la trama tenía el instituto y su jardín como lugar escogido para una ficción?

Y lo que pasó fue que algunos lectores, alumnas y alumnos y un profesor del Departamento de Biología, Jesús Fernández Ungil, quisieron encontrar aquella higuera por el jardín del instituto... ¡Qué bonito entramado pinillesco donde se mezclan ficción y realidad! 

Al no encontrar rastro de la higuera, el mencionado profesor y otra profesora del mismo departamento de Biología, Mercedes Umaran, se movieron para convertir la ficción en realidad: conseguir una higuera para el jardín. Solicitaron al Departamento de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Getxo que les plantara una, y lo consiguieron. De todo esto tuvo noticia Ramiro Pinilla estando ya en el Hospital y le hizo muchísima ilusión.

Cuando murió Pinilla, su hijo, Rami, le comentó a Anabel, bibliotecaria del Aula de Cultura, que su padre tenía, en Walden, la casa familiar, un retoño de una higuera suya. “Un retoño muy majo, aunque pequeñito, que también se podría plantar allí, junto a la otra higuera…”. Y así se hizo, de manera que ahora hay dos higueras en el jardín del Instituto.

“Finalmente, en medio de ambas higueras, y a petición del Instituto, nosotros, el Aula de Cultura comentaba Anabel  hemos colaborado para colocar una placa con una frase del libro La higuera de Ramiro”.




(“Ellos” son el padre y el hijo enterrados bajo la higuera)

Este día hubo, además, una pequeña charla con un perfil sobre Ramiro y alguna anécdota sobre esta novela. Después, una breve lectura de fragmentos del libro. 


(Hay otra entrada en el blog sobre esta novela: Bajo la sombre de LA HIGUERA. La Cadena
 

jueves, 23 de abril de 2015

Cuatro Caminos (en Algorta)



                "Cuando me conviene emplazar la acción en un sitio, digo: ¡coño! ¡Cuatro Caminos!" 
                  ( Palabras de Ramiro Pinilla en la entrevista en Walden )

 En Algorta, algunos lo conocen como Cuatro Caminos. Parece un lugar de paso, un simple cruce de calles o antiguos caminos, pero para Ramiro Pinilla era un lugar muy especial, muy emotivo.

Casi en el centro de Algorta, muy cerca de la plaza de San Nicolás, confluyen cuatro calles: San Nicolás, San Martín, Andrés Cortina y Bajada de Arrigúnaga.

“Cuatro calles o caminos: uno hacia el puerto, otro hacia San Nicolás, otro hacia Arrigúnaga y otro hacia Andra Mari”, escribió un algorteño, que firma como Sarrikobasoa, en este blog. 

Pero yo, como Samuel Esparta en El cementerio vacío (2013),me pregunto: “En Cuatro Caminos no confluyen cuatro rutas sino cinco: la carretera descendente a la  playa, la que empalma con la general a Bilbao, la Avenida de Larragoiti que cruza Algorta, la que empalma con el Paseo del Ángel  (…) y la que baja al Puerto Viejo” . Cinco (…) ¿por qué, habiendo cinco, se llamó Cuatro? “(163)

Desde la primera aparición del nombre de este cruce en Las ciegas hormigas (Cuando sale por la tarde, se mete en la tasca de Cuatro Caminos...”) (24) hasta su última aparición en su última novela Cadáveres en la playa  (“El chirrido del eje (de la carretilla) se halla en su mejor momento. Alcanzamos Cuatro Caminos y empezamos a bajar”) (225) ha sido un lugar que aparece en casi todas las novelas del  Getxo literario de Ramiro Pinilla.

-    ¿Por qué ese cruce siempre tan presente en tus novelas?- le pregunté en la entrevista en 2013.

-          ¿Sabes tú dónde está?- me preguntó a botepronto Pinilla.

-          Sí, -  le contesté- me lo dijo Mikel, el del bar Jolas Aurre, un bar de
la plaza de San Nicolás, muy cerca de ese cruce. A  Mikel le suelo preguntar sobre temas y lugares de Gexto. Y me dijo que, efectivamente, existe el nombre de ese cruce, pero que lo utiliza la gente mayor, los de Algorta de toda la vida.

-          Pues, mira te voy a decir la razón de mi sacralidad. (Me quedo asombrado ante el uso de esta palabra)
Cuando siendo niño después de haber veraneado varios años  volvíamos de Bilbao por las vacaciones…     

Y entonces me explica algo que  me  trajo a la memoria un pequeño texto suyo que  había leído en una página del diario El correo… :

 “Habían de transcurrir nueve meses para gozar de otro verano, todo un parto doloroso en el colegio de frailes. Merecía la pena. Al final estaba el breve viaje Bilbao-Algorta al encuentro de aquella brisa de la mar dándome la bienvenida.

Apenas  concluidos los exámenes de junio –siempre con algún suspenso, siempre en matemáticas- embalábamos los trastos para el traslado. Metíamos casi todo en cuatro o cinco cajones de madera que viajarían en camioneta.

 Yo iba en esa camioneta. Desde el alto de Cuatro Caminos la carretera baja en pendiente hasta la playa de Arrigúnaga. Y era en Cuatro Caminos, al asomarse la camioneta a la mar, donde yo recibía en el rostro la fresca brisa anunciándome el mundo de las maravillas que me había esperado abajo todo el invierno, el mundo donde volvería a vivir como un pequeño salvaje, el mundo de la inocencia, el mundo de la libertad” ( El Correo,13/02/2011)