jueves, 5 de julio de 2018

PINILLA y GETXO, en Barcelona



Un poco presuntuoso el título, como si quisiese dar a entender que fue un gran acontecimiento literario. Y es cierto que  fue un acontecimiento literario, pero a escala muy reducida. 

Tuvo lugar en un pequeño local de una editorial pequeña, CANDAYA, en el barrio del Poble Sec de Barcelona. Aquí es donde hicimos la presentación del libro: GETXO, TERRITORIO PINILLA.

Olga y Paco son los dueños de la sede. Encegados con la literatura (han sido grandes lectores y, además, profesores de instituto de lengua castellana) se lanzaron a crear esta editorial en 2004. Y siguen encegados, con la ilusión de los principiantes.

Cuando a Olga y Paco (grandes amigos nuestros desde hace años) les comenté la reciente publicación del libro, de inmediato me brindaron su local.

Para buscar un título al acto, y enviar el anuncio de la presentación a conocidos y amigos, alguna musa vasca (o tal vez, Roque Altube, ese personaje de Ramiro Pinilla, que celebra sus ilusiones con txakolí y enjuga sus desilusiones en La Venta con más txakoli) me lo debió sugerir:   TXAKOLI LITERARIO.

Convinimos que la presentación (aunque ellos, Olga y Paco, estarían en Zaragoza presentando un libro de su editorial, pero me dejarían las llaves) sería el sábado 30 de junio, a las 19,30. Para este día iba a contar yo con la presencia y participación de Anabel, de la Kultur Etxea de Villamonte y su marido, Rober.

Casi una treintena de amigas y amigos vinieron. Anabel  y yo fuimos explicando anécdotas y recuerdos del escritor y de la ruta literaria en Getxo que iniciamos hace unos años, además de comentar brevemente su andadura literaria. Rober, sentado entre los asistentes, aportaba también sus comentarios sobre Pinilla y el pueblo, hablando  de sus encantos.


Luego vino la charla, el comentario, el preguntar de los amigos… Y nuestra satisfacción, de Anabel y mía, cuando varios de ellos nos dijeron que les habíamos metido en el cuerpo el gusanillo lector!

Y ¡qué bien entraba el txakoli fresco en la tarde calurosa de Barcelona!







miércoles, 23 de mayo de 2018

GETXO, TERRITORIO PINILLA, el libro



Fue Lucía Martínez Odriozola, profesora de periodismo en la UPV, la que me acompañó en el estrado en la presentación del libro. Una presentadora de gala.

Los dos fuimos haciendo un recorrido por varios momentos del nacimiento de la ruta literaria; por nuestros encuentros en Algorta para yo aprender más de esos lugares que luego serían hitos en la explicación  de las historias, personajes y mitos del Getxo literario de Ramiro Pinilla.

Fue luego el repasar, entre los dos, algunos de los lugares de la ruta del Getxo real, de los que el libro hace un pequeño apunte y, más extensamente,  del Getxo imaginado por Ramiro Pinilla en esos sitios. 

El libro trata de meter en el lector o lectora el gusanillo de tener entre las manos alguna novela del escritor y dejarse llevar por él. 

La verdad es que pasó desapercibida, la presentación. Familia, amigas y amigos, la editora (de Ediciones Civicas.org) y pocos más.

Sin embargo, entre estos pocos más estaba la novelista getxotarra, Elena Moreno, que se hizo con el libro (los dibujos los calificó de magníficos) y que le debió parecer interesante lo que explicábamos Lucía y yo de la ruta y de nuestra admiración por Pinilla, porque, una vez acabado el acto, me preguntó si yo estaría dispuesto a hacer una ruta con escritores. “Claro, Elena, cuando quieras”, le contesté. (¡ Espero la fecha, Elena!)

El libro está en la onda de la gente ilusionada que hemos luchado para que la figura literaria y humana de Ramiro Pinilla tenga más luz de la que ha tenido.



Si alguien quiere adquirirlo lo podrá encontrar en la tienda del PUENTE COLGANTE

                                              ----------------------------
------------------------------------------------------------------------------------------------



lunes, 16 de abril de 2018

GETXO, TERRITORIO PINILLA


El libro, fruto tardío




Primero fue el encuentro con Ramiro Pinilla, en 2008

Luego vino la primera ruta por su Getxo literario:
RUTA LITERARIA POR VERDES VALLES; era mayo2010.

Más tarde, el blog:
Getxoterritoriopinilla, a finales de 2013

Y ahora, el libro:
GETXO, TERRITORIO PINILLA.

La presentación:                                 el próximo dia 21,
a las 7 y media,
en la carpa de  la plaza Estación de Algorta (plaza del  metro).


Hay previstas dos rutas literarias, una el sábado 21 y otra el domingo 22. 

                              Salida: de la plaza Estación de Algorta a las 11,30.

            Itinerario por el barrio de San Baskardo, pasando por Walden, la casa donde vivió Ramiro Pinilla.


viernes, 23 de marzo de 2018

Senderos en el Getxo de Ramiro Pinilla

Una invitación a la lectura

Para entrar en el Getxo literario de Ramiro Pinilla hay varios senderos o caminos por donde acceder.


El camino más antiguo es el de Las ciegas hormigas, que lleva al acantilado de La Galea, con su faro, su fuerte; a la playa, y al pueblo de Algorta, con su cruce Cuatro Caminos, su plaza, su cine… Pero, desde él, no se abarca una panorámica de todo el territorio.

Hay un sendero, de corto recorrido: Recuerda, oh, recuerda, desde el que se ofrece una vasta panorámica a escala reducida del territorio de los verdes valles de su trilogía. De entre todos sus cuentos, este, había dicho Pinilla era el que más le gustaba.

Pero para entrar por la puerta grande hay que seguir el camino que marca La tierra convulsa. Y este camino que se detiene, y avanza, y retrocede y continúa avanzando, va saltando de un lugar a otro. Es un camino largo, que hay que tomar con calma porque continúa  con los otros dos tomos: Los cuerpos desnudos y Las cenizas del hierro.

A veces uno quiere aproximarse a un trozo escogido del territorio, como puede ser Sugarkea, donde moran unos seres primitivos, los Baskardo, y es Andanzas de Txiki Baskardo el camino a seguir.

O tal vez coger la senda que lleva, a través de La higuera, al Instituto de enseñanza media, en la vega de Fadura.

O senderos más introspectivos, por los que nos lleva Quince años, que se adentran en la psique del personaje de don Manuel Goenaga, el maestro nacionalista.

Otras veces, es desde la librería Beltza, de donde sale el sendero que avanza por el territorio, esta vez  salpicado con crímenes que, el librero Sancho Bordaberri, metido a investigador, se decidirá a resolver:  Sólo un muerto más, El cementerio vacío, Cadáveres en la playa.

Finalmente, hay unos senderos que, desde varios ángulos, se adentran en el Getxo literario de Ramiro Pinilla enriqueciendo su perspectiva: Todo el mundo se llama Arrigunaga.





viernes, 23 de febrero de 2018

Rutas por los verdes valles: echando la vista atrás (y 5)


En Arrigunaga, donde empezó todo, con Pinilla:domingo, 5 de octubre de 2008

          
          Puntuales (habíamos quedado a la una y media), aparecen Ramiro Pinilla y una mujer bajando por la estrada Torrebarria en dirección a La Venta. Ella le va agarrando por el codo, como ayudándole a caminar. Voy a su encuentro. Ramiro nos presenta. Ella es María Bengoa, “su amiga periodista” que me mencionó en el encuentro de las once. (A lo largo de este nuevo encuentro, ella le llama muchas veces “cariño”. Sin duda que debe ser ella a la que se refiere,(en alguna entrevista lo he leído), cuando al preguntarle un periodista sobre la buena suerte de ahora, a sus años, en el amor, él lo reconoce: “Ya era hora, aunque yo sea ya un poco mayor”).
          Trae María una bolsa de papel con unos libros que Pinilla me regala. Son de su editorial; entre ellos veo un ejemplar de  Andanzas de Txiki Baskardo,del que yo le había  hablado y pedido. “Los tenía en el gallinero -me dice Maria al darme la bolsa-. Y es cierto porque, en su tiempo, tuvo allí doscientas gallinas. Ahora es un trastero”.
          Agradeciéndoselo, miro brevemente la portada de los libros. Al guardarlos de nuevo, él me pregunta: “Gustavo, ¿tienes alguna dieta o régimen especial?” Al contestarle que como de todo, continua: “Te lo digo porque cuando salimos, solemos ir comer un par de huevos fritos con salchichas a Arrigúnaga. ¿Te parece?”. Todavía en la nube le contesto:“Bien, y, si además ponen una patatas fritas, pues también me las comeré”.
          Comenzamos a caminar, desde La Venta, siguiendo la avenida del Ángel. Caminamos lentamente y, en el trayecto hacia la playa, vamos charlando sobre sus libros, su aislamiento durante muchos años y la marginación provocados por el poder político local y el autonómico. “En Getxo domina el PNV i el PP. Y claro, Ramiro es anacionalista y de izquierdas”- comenta María- y, cuando se iba a conceder el premio de Euzkadi, el jurado reclamó al Gobierno autonómico, que había entregado una lista de escritores,  algunos nombres de escritores que faltaban; entre ellos, el de Pinilla. Y fue él el ganador”.
         Pero también ha sido valorado como escritor por parte de otros. María habla de la opinión favorable de Rafael Azcona y del reconocimiento que  La higuera ha recibido en Alemania al ser considerada entre las 10 mejores novelas del año.
          Es curioso que en estos temas de reconocimiento literario, Pinilla se mantiene al margen. Ni abunda en el tema, ni intenta explicarlo. Sin embargo, se reafirma en su anacionalismo militante, si sale el tema.
         Como el viernes estuve en la biblioteca hojeando la revista Galea, de la que él fue propulsor y, durante un tiempo, director, le comento que leí el editorial que dedicó contra el fascismo de los terroristas que habían puesto una bomba en la sede de la redacción. “Piensa, Gustavo, que nadie de Getxo vino, personalmente, a decirme que lo sentía”. La bomba puso punto final a la revista.
          Cuando nos estamos acercando a la playa, Ramiro comienza a hablar de ella y de los alrededores, que le traen tantos recuerdos. Nos paramos delante de la zona de césped y parque infantil;lugar, en parte, antes ocupado por el caserío Arrune. Aquí pasó los veranos desde el primer año hasta que tenía trece, que es cuando comenzó la Guerra Civil.
           Nos sentamos en una mesa del chiringuito que hay en la playa. Pedimos los huevos fritos con patatas fritas y lomo (no había salchichas, aquella tarde). 
      Yo le voy preguntando sobre algunas anotaciones que tengo en la libreta sobre lugares, que repetidamente salen en sus obras. Le pregunto por la peña Abasota (“aquella”, me la señala), , las peñas de Kobo ( “las que están en el mar del acantilado de La Galea”). “¿Ves esas rocas que sobresalen un poco de las superficie del mar, ahí cerca de la playa? Son las peñas Eskarrakarramarro. Cuando la marea es alta no se ven.”
          Como la vista del acantilado de la Galea es tan excepcional le pregunto si era real el camino que desde la playa seguía hasta arriba, por el acantilado, tal como aparece en Las ciegas hormigas. “Sí, existió un camino hoy ya desaparecido”. “Y, ¿es sitio de suicidios?, porque, en varios momentos de la trilogía, algunos personajes aluden a tirarse por La Galea y un hijo de la marquesa,Jaso, se tira por el acantilado”. Me responde que se suelen dar casos cada año  “y, a veces se lanzan con el coche”.
           Voy aprovechando para saber de la localización de ciertos sitios: como la escuela (está “casi enfrente de la iglesia de Los Trinitarios”); La Venta; la ermita del Ángel (“la del milagro de de Totacoxe”); la iglesia de San Baskardo (“la de Andra Mari”), el palacio Galeón ( “en Punta Begoña”, me dice María), la mansión de los Oiaindía ( “en el cruce Venancios”).
             Hablamos de algunos personajes: Ella, Roque, Isidora (¿La Pasionaria?), Don Manuel “personaje renqueante; por un lado tiene la razón y por otro la fe nacionalista; como está entre dos polos sufre”. Y sin embargo no hablamos de Asier, que es el personaje con el que él más se identifica.
           Pero sí, de sus personajes mujeres. “Desde siempre he creído en el papel transformador de la mujer; no es que lo escriba ahora por ser un poco lo que  se lleva. ¿Has notado el poder que las mujeres tienen en mis novelas? Si te fijas en Ella, en Fabiola, en su hija o en Cristina verás que son mujeres con una fuerza, con un empuje que para bien o para mal, influyen en lo que les rodea”.
           No podía dejar de salir otro escenario, La Arboleda, del primer tomo de su trilogía: . Le comento que lo leído en el libro sobre la vida de los mineros, sus luchas, su miseria... parece extraído de un libro de historia. “Nunca he estado en La Arboleda. No suelo visitar los lugares de los que escribo. Había leído mucho sobre el mundo de las minas” Me comenta que, excepto Isidora, Roque y uno o dos  personajes más, el resto de personas y hechos son reales.
            Habíamos comenzado a comer a las dos y ya son las cinco. “Bueno, Gustavo- me dice Pinilla- yo necesito echarme una siesta. Cada día lo hago”.  Yo quiero aprovechar todo lo que pueda y le digo: “Yo os acompaño hasta La Venta y desde allí me vuelvo”.
          Desandamos el camino que habíamos hecho al venir y pasamos por la calle Altube, que, aunque pueda parecer lo contrario, nada tiene que ver ni con el caserío Altubena. Hacemos un alto en la terraza del hotel Maitena para tomar un helado (“yo, un almendrado, como siempre” dice Ramiro) y que descanse el escritor. Ahora charlamos de nuestros hijos; sé que él luchó mucho por ellos.
             Después reanudamos la vuelta por la avenida del Ángel. Estando ya al lado de La Venta, María me hace notar que enfrente está la tienda de La Blasa donde Efrén, en el piso de arriba, pone su gestoría de seguros. 
           Es aquí donde les digo: “Os acompaño hasta el punto exacto del encuentro de esta mañana”. Pasamos la carretera y el punto de encuentro es ahora punto de despedida. “Si vienes otra vez, llámame”, me dice Pinilla. Y aquí, con abrazos, nos despedimos.

           Y, robándole una frase, aunque la saque de contexto, yo también puedo decir que “en Arrigunaga empezó todo”. En “su playa”, a lo largo de mi conversación con él, acabé dejándome atrapar por la figura literaria y personal de este hombre. Cuando llegué a casa tenía claro que iba a preparar una ruta por el territorio del Getxo literario  (y humano) de Pinilla. Y, hasta la fecha de hoy, sigue viva.


martes, 23 de enero de 2018

Rutas por los verdes valles: echando la vista atrás (4)


En la estrada Torrebarria con Pinilla: domingo, 5 de octubre de 2008 

(En la entrada anterior explicaba cómo lo abordé en esta estrada y mi presentación.)


Entonces le explico mis lecturas, el viernes, con su primer volumen de la trilogía, en la playa de Arrigúnaga, un poco después en La Galea  y por la tarde en La Venta. Le hablo también de la visita a La Arboleda, el sábado, leyendo escenas de Roque e Isidora.

“No puedo creerme que hayas venido sólo para eso”, me dice. Y yo: “Pues es el segundo viaje que hago. El primero fue con mi mujer y, ahora que puedo porque estoy jubilado, he venido solo”. Veo que tiene la paciencia de escucharme cómo surgió, de improviso, la idea de nuestro primer viaje en 2007 y la realización .

Me insiste que no sale de su asombro. “No creas que me pasa cada día que viene alguien y me dice que está visitando lugares de mis novelas. Me honra que hagas esto. Y a continuación me dice sonriente y, por lo que oigo, incrédulo: “Pero, ¿de verdad que has hecho este viaje por mí?”-

Le comento que he leído bastantes libros suyos y que sé de sus premios literarios. Me sonrío cuando me dice sobre ellos:” Como ya soy viejo, parece que los dan antes de morir. Pero no saben que ahora los viejos tenemos una vida larga”. Y aprovechando su sorna, le comento que me había parecido que en sus novelas había mucho sentido del humor - algunos diálogos son extraordinarios- y situaciones que movían a risa y me comenta que sí, que el humor ha sido muy importante en su narrativa.

Seguimos hablando sin movernos de la estrada. (El hecho de que un escritor al que admiras, te escuche de la manera como lo hacía él, no me dejaba salir de mi asombro y agradecimiento). Al comentarle que me gustaría leer sus libros de su ditorial Libropueblo, que eran difíciles de encontrar en Barcelona, me dice: “Ya miraré por casa; que me quedan algunos ejemplares”. Entonces le pregunto por Andanzas de Txiki Baskardo.Creo que tengo algún ejemplar, pero está muy roto”, me dice. “Me es igual- le respondo-. Ya lo encuadernaré”. Entonces me habla de su afición, antes, a encuadernarse los fascículos que iba comprando.

Me pregunta si he leído el libro de Antonio B. el ruso.“Sí,-le contesto-,  en la edición anterior a la de Tusquets, pero no recuerdo la editora. Tenía el título diferente: Antonio B. el rojo. Y no entiendo por qué le has cambiado el adjetivo”. Me comenta que con la dictadura podía haber sido perjudicial para Antonio, personaje real, el  adjetivo ruso por las posibles connotaciones políticas, aunque no tuviera nada que ver; que el franquismo tenía obsesiones nefastas, me dice.

“¿Y cómo lo conseguiste encontrar?”. Le explico que lo encontré casualmente en una biblioteca de Mataró; estaba entre los libros no informatizados y la bibliotecaria me lo proporcionó, junto con Recuerda,oh, recuerda (en edición defectuosa) y Seno, finalista del premio Planeta del 71.

Todavía estamos hablando en el sitio donde comienza la estrada. Como me va dando confianza le pregunto a botepronto: “Por cierto, nos tienes prometida una novela policíaca para desentrañar un crimen que en la trilogía no lo desvelas”. Me responde: “En febrero se publica la obra”. Y yo:“Estupendo. Pues la estaré esperando con ganas”.

Aparte de sus obras le hablo de su ateísmo, que no desaprovecha ocasión de defenderlo, le pregunto por su aversión al nacionalismo (“Soy anacionalista. Estoy en contra de cualquier nacionalismo. El nacionalismo hace mucho mal a la gente”)  y de su pasado comunista y le comento su claro posicionamiento  con los mineros oprimidos de las “colinas rojas” (“Tengo que explicarlo porque la gente joven no sabe nada de la tremenda explotación en aquellas minas. El capitalismo vasco tiene gran parte de su origen en esos lugares y años”). Se queda admirado (y eso me halaga) de lo informado que estoy de su obra y de su persona.

Llevábamos una hora (ahora que lo recuerdo, ni me lo creo) hablando. Ya eran las doce y él había salido a comprar el periódico y a dar el paseo matutino por La Galea. Yo estaba tan embebido hablando, que no era consciente de que le estaba robando tiempo y de que estaba él, con 85 años, de pie, aguantándome.

Y entonces, ¡oh destino!, me dice: “Yo ahora tengo que delinear el día. En casa me está esperando una amiga periodista. Si quieres, estás aquí a la una y media y comemos juntos en la playa de Arrigúnaga. El día invita a comer fuera”. Algo aturdido por tanta amabilidad al escucharme y por el ofrecimiento le digo: “¿En Arrigúnaga?” No tardé ni un segundo en responder.Naturalmente que acepto”. Y aunque hubiese hecho un tiempo de perros también  habría aceptado y donde él hubiese propuesto. 

Me despido hasta la una y media. Hacía un sol reluciente y cálido, casi quemaba. ¿O era yo el que ardía por dentro? Yo no podía con tanta emoción. Y me lanzo nervioso al teléfono para decirle a Loles, mi mujer: ¿Sabes con quién voy a comer dentro de un rato? Pero no hay respuesta a la llamada.

Subo hasta La Galea para hacer tiempo. Me siento en uno de los bancos orientados al mar y mientras escribo notas de mi encuentro, voy mirando el mar salpicado de barquitos de vela. Pero es al reloj al que miro una y otra vez. Ahora mi mente está en lo que vendrá: ¡la cita a la una y media!