miércoles, 28 de octubre de 2015

In memoriam…(día 24, la ruta literaria)




Ruta organizada por Anabel, de la Kultur Etxea de Villamonte, al cumplirse el primer aniversario de la muerte de Ramiro Pinilla. Lucía y yo haríamos de guías.

A las 11, comenzamos en la plaza de S Nicolás, cerca de la biblioteca donde están los números encuadernados de la revista Galea que él creó e impulsó. 17 años de vida en Getxo, la revista. Escritor y animador de escritura. “Copia pero escribe” repetía. En esta biblioteca están sus libros.

Alguien recordaba en la Avenida Algorta (Avda del Ejército) la librería Antares (la librería Beltza de Sancho Bordaberri de Sólo un muerto más. Aquí tuvo, un tiempo, su sede el  taller de escritura que durante 35 años dinamizó Pinilla

En el cruce de esta avenida con la calle Telletxe, en la otra parte, La Cadena, al lado de donde vive la Srta Mercedes , narradora en la introducción y epílogo en La higuera

Siguiendo por la calle de La Trinidad se divisa la torre de Los Trinitarios, destacando en el paisaje de Getxo y presente en casi todas sus novelas y torciendo por la Calle San Martín se llega a la escuela de niños y niñas donde Don Manuel, personaje muy querido por el escritor, y la Srta Mercedes enseñan.

Unos metros más y estamos en Cuatro Caminos, lugar anodino para el paseante pero “sacralizado” (me lo dijo tal cual) por Pinilla. Y ésta es la razón. Cuando venía en el camión con sus padres y enseres a pasar los veranos en un caserío cerca de la playa “yo recibía en el rostro la fresca brisa anunciándome  el mundo de la inocencia, el mundo de la libertad”

Desde aquí la bajada de Arrigúnaga y su excepcional panorámica, al fondo. En una casa, la de Biktor Abad, a la izquierda, nos comentó Lucía que había sido sede del taller literario de Pinilla.

Y llegamos a Arrigúnaga. Fue tanto el embrujo que esta playa ejerció en Pinilla que en Andanzas de Txiki Baskardo recrea la génesis de la vida en el mundo desde esta playa.”Aquí empezó todo”.

Al lado, en las campas de Arrigúnaga, el caserío de Arrune donde pasaba los veranos. Queda como testigo de aquellos tiempos una higuera. En este entorno sitúa su novela ganadora del Nadal del 60 Las ciegas hormigas.

Aquí en el bar de la esquina disfrutamos del paisaje y de unos pichos de tortillas (la mía de boletus, sensacional)

Con el hamaiketako la subida a la explanada de la Galea es pan comido. Y justo en el ángulo que forman los dos taludes de la playa, unos tamarindos. Aquí, me dijo el viernes un pinillista, escribió Pinilla parte de la obra premiada.

Cuando llegamos al cementerio algunos no sabían que Pinilla había sido incinerado y que no estaba su tumba. Pero de haber estado su tumba, él ya se habría marchado por el fondo hacia el mar, que es lo que pasa en las tumbas de los cementerios marinos con los allí enterrados. Es una de sus leyendas del cuento Recuerda, oh recuerda, presente en la Trilogía Verdes valles…y de fondo en El cementerio vacío.

Y ya bajandos hacia el barrio de Andra Mari (barrio de San Baskardo) pasamos cerca de esta seres prehistóricos, los Baskardo de Sugarkea, contrarios a cualquier innovación porque los avances traen ataduras y , por tanto, coartan la libertad.

Uno de sus ancestros fue crucificado por equivocación (“No creáis nada de lo que estáis viendo”, les decía a los suyos) al lado de un predicador cristiano pero  fue venerado como mártir, después. La iglesia se la dedicaron a él. La Iglesia de San Baskardo.

Cuando estábamos en la Ermita del Ángel y La Venta el tiempo se nos había echado encima. Después de explicar rápidamente la aparición de la Gran Madera en Arrigúnaga y la disputa de Etxe y Larreko por su propiedad, del milagro de Totacoxe en el gran Roble y de la construcción de una ermita para  dar fe del milagro y de la construcción de La Venta, para atender a los peregrinantes o visitantes fervorosos… nos despedimos.

(Nos quedaba por ir a la rotonda de Venancios donde está el Palacio de los Oiandía y, enfrente, el Palacio árabe de Ella (en la trilogía, claro) y para los más andarines, el Instituo Pio C. Baroja para explicar la bonita historia de sus dos higueras...)

Sabemos que algunos estaban en lista de espera para hacer la ruta. En la próxima nos podremos ver.




martes, 27 de octubre de 2015

Un año después. TOPAKETA/ENCUENTRO



Durante 18 años, Getxo había tenido una revista/periódico de publicación quincenal: GALEA. Ramiro Pinilla había sido el impulsor. Duró hasta el año 2000.

Este pasado día 23, por la tarde, la sala de la Kultur Etxea  de Villamonte reunió una buena cantidad de gente que había estado vinculada a la revista: fotógrafos, dibujantes, periodistas o aprendices de periodistas, escritores, colaboradores…

Todos los que quisieron hablar fueron rescatando recuerdos personales o de grupo… y fueron removiendo emociones, que, como siempre, hacen aflorar risas y, también, alguna lágrima. Y presente en todo momento el recuerdo de Ramiro Pinilla. Muy emotivo el encuentro, que fue conducido por  Lucía Martínez Odriozola, estudiante de periodismo en los inicios de Galea y hoy profesora de periodismo en la UPV.

Por allí intervinieron: Juanra, Javier, Carmen, Teresa, Bruno, Cristina, Reina, Arantxa, Paco, Ernesto, Juan Luis, Rami… (Seguro que me he dejado a algunos, disculpad)

El encuentro era la excusa para una primicia que se quería dar a conocer. La revista Galea había sido digitalizada. Anabel, la bibliotecaria de Villamonte,  lo explicó. Ya se podía visitar por la red. Así de fácil.

En la biblioteca de San Nicolás estaban encuadernados, por años, los ejemplares desde el número 7. Ahora me  comentó ella que han conseguido los 6 primeros números que faltaban.

Era en 1983 cuando salió el primer ejemplar. Vivió la revista hasta que en octubre del 2000, hace ahora 15 años, una bomba de unos cachorros de Eta destrozó el local de redacción.

“Un día me llama la ertzaintza  a las 2 de la mañana y me dice que han volado mi periódico con dos cócteles molotov. Fui allí y estaba todo quemado”.  Así lo explicaba Ramiro.

En el texto con título VEINTICINCO METROS DE LIBERTAD publicado en el último número- segunda quincena de octubre de 2000- se hace un inventario de lo quemado:
“Destrozaron todo lo que allí había: tres ordenadores, dos impresoras, un escáner, dos teléfonos, un fax, un archivo con las cuatrocientas revistas publicadas desde el año 1982 y un jarrón con flores frescas llegadas cada mañana desde el jardín de una casa de Andra Mari”.

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Dicen que hay flores cuyas semillas, enterradas,  pueden estar latentes durante años y que cuando encuentran unas condiciones favorables, reverdecen. Esto me vino a la memoria cuando al final del acto oí decir a alguien: “¿Por qué no hacemos una revista Galea digital? “