viernes, 9 de mayo de 2014

Sugarkea

               

                                    Ilustración del libro Andanzas de Txiki Baskardo

“Dejamos atrás La Venta y luego la Iglesia... Estábamos en los límites de las  tierras de Sugarkea”  (La tierra convulsa , 421)

Hay espacios, lugares, que en la obra de Pinilla son fácilmente identificables porque existen en la realidad : la playa de Arrigúnaga, La Venta, la Iglesia, la Ermita, el cementerio... son algunos de ellos. Sobre ellos ha ideado el escritor su mundo de ficción dejando, cómo no, huellas de sus vivencias. Algunas de éstas  las sabemos y aquí quedarán a lo largo de este recorrido por su territorio. Otras quedan para sus biógrafos.

Pero, ¿dónde está Sugarkea?  Esta fue la pregunta que yo le hice un día en uno de los encuentros que hemos tenido.  “Yo la había imaginado por ahí entre los bosques de pinos” “Pero por ahí, ¿dónde?”  “Ahí, detrás de la Iglesia, pero más allá”

No me dio mayor explicación de su localización que la que aparece en la Trilogía. Uno de sus personajes, Jaso, el hijo pequeño  de la marquesa Oiandía  pasa por delante de la tierra que habitan aquellos seres prehistóricos y así lo comenta brevemente. “Cada uno piensa en lo suyo mientras paseamos por el camino de La Galea (...) Hemos dejado atrás la Iglesia y ahora estamos ante Sugarkea”. Ha ido a misa a la Iglesia de San Baskardo con su Ama, con su hermano Martxel y Román.   “Veo a cinco de ellos trabajando sus tierras. Unos, con pieles. Otros, desnudos. Nunca van a misa. Ni siquiera nos miran. Su casa no parece casa sino guarida de animales, con paredes de piedra y barro y techo de troncos cubiertos de maleza” ( Los cuerpos desnudos, 289)

Naturalmente que cuando comienza a imaginar su mundo, allá en la década de los 70, esta zona próxima a La Galea, tenía una mayor extensión de pinos que ahora, que era una zona más asilvestrada. El crecimiento urbano ha ido reduciendo su extensión. Cuando vuelve a Getxo, Pinilla viene con sus ideas de primitivismo y de contacto con la naturaleza y se instala en un territorio, cerca  de Sugarkea. 

 “Casi se juntan el bosque de pinos y las tierras de Sugarkea”.  Los dos hermanos, Martxel y Jaso, se adentran para intentar reconocer, tal vez, entre estos sus mujeres, la muchacha con su cara de vasca auténtica que el pintor bilbaíno Aurken pintó y cuyo cuadro tienen en casa. “En el grupo hay dos muchachas. Matxel y yo no les quitamos ojo para verles la cara.” Ellas los ven y van, desnudas, a ofrecerles fresas. ¿Son o no son la modelo? Matxel piensa que la inspiración le nació aquí”, aunque ninguna fuera la modelo del pintor. (Los cuerpos desnudos, 299-303)

¿Cuál es el origen del nombre de Sugarkea? Amai, una matriarca de la tribu había redescubierto el fuego, muchos años después del diluvio. Contrario a cualquier novedad, el macho dominante, la había despachado de la tribu yéndose a vivir a una caverna. Pero vino la Era del Hielo y el viejo macho estaba tiritando de frío cuando llegó Txiki con su madre. Ella llevaba  asida en su mano una tea con el fuego. El macho se acercó buscando la calor. Y así pudo sobrevivir con el fuego los cientos de años que duró la cruda Era del Hielo.  Desde lejos, los otros homínidos  de las montañas veían el humo y veían también las llamas. “Añade la leyenda que, como se localizaba la vivienda de esta tribu “por el humo y las llamas”, la llamaron desde entonces Sugarkea” (Andanzas...50). (En euskera, sugar significa llama y kea, humo)

Entre los habitantes del vasto territorio que incluía Sugarkea había un homínido pensante, “que se rascaba mucho la cabeza” (Andanzas…21), intentando discurrir cosas nuevas. Él fue quien  pronunció la sílaba BASK que era “como el estampido de las olas contra la playa” después de unos 100.000 años con aquel ruido metido en su garganta. Y lo pronunció señalando a Txiki.


Con el tiempo sería la tribu de Txiki sería la de los BASKARDO de SUGARKEA.

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