martes, 1 de julio de 2014

25 lectores de Burlada, Eugi y Noain...


Un grupo de lectores (mujeres, en su mayoría, y 3 hombres) habían leído La higuera de Pinilla y le pidieron una entrevista al escritor. Yo asistí al encuentro.
Les pedí a las coordinadoras de este proyecto de lectura y contacto con el escritor un relato del por qué o cómo se había originado esta aventura literaria. Ana, Bea y Olga así lo explican: 

"Los motivos que llevan a los amantes de la literatura a escoger un libro no son siempre razonables, claros, directos, únicos. Los motivos que impulsan a los amantes de la literatura a buscar a un autor para hablar con él sobre su obra son igualmente múltiples y a veces extraños.

¿Por qué 25 lectores de Burlada, Eugi y Noáin embarcaron ilusionados un sábado primaveral para viajar hasta Getxo y conversar con el escritor Ramiro Pinilla? Muchos eran los porqués que nos animaban: por ejemplo, porque varios lectores eran fieles seguidores de la obra de Pinilla; y porque todos los que habíamos leído “La higuera” quedamos tocados de una forma u otra y decidimos bucear más por la bibliografía de Pinilla; y porque un escritor al que tantos premios habían reconocido —siendo al mismo tiempo tan injustamente poco conocido— nos despertaba curiosidad; y porque la figura pública de Ramiro Pinilla infunde ese respeto que también imanta… Y porque…

El caso es que queríamos acercarnos a Ramiro Pinilla. Pero querer y ser posible no son sinónimos. Por ello lo primero que hicimos fue contactar con Ramiro Pinilla para ver si su querer y el nuestro eran parejos, y por suerte nos encontramos al otro lado del teléfono con una voz cordial y rotunda que decía que sí, que estaría encantado de recibirnos. Y tal vez por estar encantado… resultó encantador. Y tan claro, y tan contagiosa su fuerza, y tan interesante su discurso, con la palabra justa, con el gesto justo.

Lo que no sabíamos cuando decidimos acercarnos a Ramiro Pinilla era que todo lo próximo a él nos iba a sorprender tan gratamente. Su compañera María Bengoa, gran conocedora de la obra de Ramiro, nos regaló su hospitalidad y el interés por divulgar la obra del getxotarra. Asimismo, Anabel Regalado, una de las bibliotecarias de Getxo, nos ayudó con las gestiones de manera que todo fueron facilidades para ser acogidos en un aula del Centro Cultural. Fue ella quien nos habló de que existía el pinillista Gustavo Iduriaga y movió los hilos para convertir ese sábado en el sábado perfecto: por la mañana tendríamos el encuentro con Ramiro Pinilla; por la tarde, una ruta literaria con Gustavo Iduriaga por el “Getxo de Pinilla”. Así, los lectores recibimos las impresiones del propio Ramiro Pinilla sobre el mundo, sobre su obra y sus personajes, y también les pudimos situar a éstos, ver lo que veían, caminar sobre sus pasos gracias al mapa oral que nos dibujó con precisión Gustavo Iduriaga.

En el viaje de vuelta nos dedicamos a saborear detenidamente la jornada que iba finalizando, con el multiperspectivismo que dan 25 miradas diferentes. Pensamos entonces que las razones que nos habían llevado a visitar a Ramiro Pinilla eran más que razonables, pero también que había algo más, ese “algo más” imposible de prever y que sólo se advierte después de vivir un momento especial. Hoy sabemos que fuimos porque “teníamos que ir”, porque si ese sábado hubiéramos permanecido en Eugi, en Burlada o en Noáin, no podríamos hoy evocar la actitud, la cercanía, las palabras y la escucha de Ramiro Pinilla, ni conoceríamos los lugares de su obra, ni hubiésemos compartido impresiones, lecturas y menú con María, Anabel, Rober, Gustavo y Josep…

La riqueza de los viajes literarios solo la conocen quienes la han experimentado, de ahí que sea tan difícil de transmitir con palabras. Por eso, y porque hay quien sí sabe encontrar las palabras, queremos recomendar el libro “Embarquen por la biblioteca: una aproximación a los viajes literarios” de Jesús Arana, bibliotecario de Barañáin y gran viajero literario que también hace ya años estuvo junto a Pinilla en Getxo, siendo Jesús quien, junto al resto de bibliotecarias de Barañáin, nos hablaron mucho y bien de su experiencia con Ramiro Pinilla, sumando así otro motivo (¡tantos ya!) para pasar un sábado maravilloso en Getxo al lado de Ramiro Pinilla después de haber leído una obra que deja huella en todo lector."


jueves, 5 de junio de 2014

Los Baskardo de Sugarkea


“Un día, el tipo que se rascaba mucho la cabeza vio a Bask pisar unas uvas para beber su líquido, y no solo inventó la palabra ARDO, vino, sino que la puso detrás de BASK, y desde entonces el antecesor de Txiki Baskardo dejó de ser sólo BASK para ser BASKARDO” (Andanzas…,31)

Muchos de los que conocemos algo de su persona y vida  creemos que  estos Baskardo tienen mucho de él

¿Quiénes son estos habitantes de ese su mundo ficticio y presentes en su mundo real?
“Los Baskardo de Sugarkea, el único clan que no evoluciona a través de los milenios para entender que los inventos del fuego, la rueda, el arco y la flecha, el hierro... todos limitan la libertad. Piensan igualmente que encadenan los dioses, las religiones, las patrias, los líderes...”, le respondió Pinilla a la periodista.

. “El que es capaz de llevar una vida más o menos solitaria y elemental en muchos aspectos como diversiones, comida, amores… en todo; el que es capaz de aguantar algo así es una persona fuerte, que no tiene necesidad de aditamentos, jolgorios ni colores. Y eso para mí es el fundamento de la vida. Partiendo de ahí aparecen los Baskardo de Sugarkea, que son los que preconizan y defienden lo viejo y anterior, esos que viven varios miles de años retrasados en la evolución de la especie y el progreso social”.

Es en su libro Recuerda, oh, recuerda donde les da vida. Este título recoge una serie de breve relatos que en 1975 publicó la editorial Ediciones del Centro.  Tusquets lo incluyó en 2011  con otro conjunto de relatos bajo el título Los cuentos.

Hay un último capítulo que tiene el mismo nombre del libro Recuerda, oh recuerda. Es el más extenso y donde va dando más pinceladas sobre estos seres. Que comparten tiempo con seres contemporáneos pero que  no se sujetan a los dictados y normas de la vida municipal; como Kume Baskardo, que quita los mojones que el Ayuntamiento pone limitando las tierras y no paga las contribuciones rompiendo “los recibos ante las narices de todos los cobradores e incluso los guardias “(82); seres que (…) son “el viejo residuo de una edad olvidada viviendo un anacronismo que le hacía parecer loco y alejado de personas y cosas y rebelándose contra todas las leyes y principios actuales”…(90)

(…) Y están tan anclados en su tiempo que es fácil ver que vienen de los bosques con venados que ni los viejos del lugar han visto porque son caza de otros tiempos ya pasados para los otros humanos y sus armas son hondas, mazas de piedra o madera, o trampas. Y se les puede ver pasar, indiferentes a lo que les rodea, con su pieza cobrada al hombro por delante de La Venta camino de Sugarkea.

(…) La choza donde viven con “huecos en los muros para la vajilla de barro, y un arcón-armario y una ruda mesa y unas banquetas de leños” (92) es la de misma  de sus antepasados hace miles de años. En ella hay  un fuego que siempre está encendido pero nadie sabe en el pueblo cómo se encendió por primera vez porque los Baskardo de Sugarkea no usan ni piedras de chispas ni mixtos. Esto era lo que se decía entre las gentes de Getxo.

El clan de los Baskardo de Sugarkea “con patriarcas que todos llegaban a centenarios… cada vez más arrinconados e incomprendidos…iguales los hijos a los padres…   que tomaban su pareja por primavera, que bajaban a procrear a la mar y que todos los hijos les nacían en febrero y se morían a la hora de la bajamar… humildes y desentendidos, encerrados en su mundo de Sugarkea, no despreciando lo que no conocían ni aceptaban, sino simplemente ignorándolo” (97-98) 

 Pero hay más leyendas que circulan por Getxo. Un  bertsolari se encargará de cantarlas cuando  ve pasar a Kume Baskardo por delante de La Venta donde están celebrando un banquete con la carne de las llamas andinas muertas en la casa del marqués Camilo Bascardo, esposo de la marquesa Oiandia. De pronto le vienen a su recuerdo las leyendas que sobre el clan de los Baskardos primigenios conoce y las va cantando: la de Sabel ,inventora del fuego, la del Baskardo que luchaba contra el lenguaje inventado, los símbolos del dios sol, la del diluvio que anegó el planeta, la  llegada de los tártaros y su dios Utzi, la de la aparición del nuevo Roble en el interior del territorio, la del martirio de un Baskardo, luego santificado, la de la oposición a la construcción de una iglesia en su nombre, la del  odio del Baskardo a que su siesta fuera interrumpida por las campanadas de la iglesia, la del registro parroquial de los nacidos y bautizados… (146-158).

Son leyendas que, años más tarde, Pinilla las recoge y amplía en Andanzas de Txiki Baskardo. En 1980 aparece el libro en edición bilingüe en su editorial Libropueblo .


Y están presentes, cómo no, en la Trilogía,  unas veces  con presencia física en la narración y otras veces Pinilla hace referencia a  costumbres y modo de vida de estos Baskardo de Sugarkea. 

viernes, 9 de mayo de 2014

Sugarkea

               

                                    Ilustración del libro Andanzas de Txiki Baskardo

“Dejamos atrás La Venta y luego la Iglesia... Estábamos en los límites de las  tierras de Sugarkea”  (La tierra convulsa , 421)

Hay espacios, lugares, que en la obra de Pinilla son fácilmente identificables porque existen en la realidad : la playa de Arrigúnaga, La Venta, la Iglesia, la Ermita, el cementerio... son algunos de ellos. Sobre ellos ha ideado el escritor su mundo de ficción dejando, cómo no, huellas de sus vivencias. Algunas de éstas  las sabemos y aquí quedarán a lo largo de este recorrido por su territorio. Otras quedan para sus biógrafos.

Pero, ¿dónde está Sugarkea?  Esta fue la pregunta que yo le hice un día en uno de los encuentros que hemos tenido.  “Yo la había imaginado por ahí entre los bosques de pinos” “Pero por ahí, ¿dónde?”  “Ahí, detrás de la Iglesia, pero más allá”

No me dio mayor explicación de su localización que la que aparece en la Trilogía. Uno de sus personajes, Jaso, el hijo pequeño  de la marquesa Oiandía  pasa por delante de la tierra que habitan aquellos seres prehistóricos y así lo comenta brevemente. “Cada uno piensa en lo suyo mientras paseamos por el camino de La Galea (...) Hemos dejado atrás la Iglesia y ahora estamos ante Sugarkea”. Ha ido a misa a la Iglesia de San Baskardo con su Ama, con su hermano Martxel y Román.   “Veo a cinco de ellos trabajando sus tierras. Unos, con pieles. Otros, desnudos. Nunca van a misa. Ni siquiera nos miran. Su casa no parece casa sino guarida de animales, con paredes de piedra y barro y techo de troncos cubiertos de maleza” ( Los cuerpos desnudos, 289)

Naturalmente que cuando comienza a imaginar su mundo, allá en la década de los 70, esta zona próxima a La Galea, tenía una mayor extensión de pinos que ahora, que era una zona más asilvestrada. El crecimiento urbano ha ido reduciendo su extensión. Cuando vuelve a Getxo, Pinilla viene con sus ideas de primitivismo y de contacto con la naturaleza y se instala en un territorio, cerca  de Sugarkea. 

 “Casi se juntan el bosque de pinos y las tierras de Sugarkea”.  Los dos hermanos, Martxel y Jaso, se adentran para intentar reconocer, tal vez, entre estos sus mujeres, la muchacha con su cara de vasca auténtica que el pintor bilbaíno Aurken pintó y cuyo cuadro tienen en casa. “En el grupo hay dos muchachas. Matxel y yo no les quitamos ojo para verles la cara.” Ellas los ven y van, desnudas, a ofrecerles fresas. ¿Son o no son la modelo? Matxel piensa que la inspiración le nació aquí”, aunque ninguna fuera la modelo del pintor. (Los cuerpos desnudos, 299-303)

¿Cuál es el origen del nombre de Sugarkea? Amai, una matriarca de la tribu había redescubierto el fuego, muchos años después del diluvio. Contrario a cualquier novedad, el macho dominante, la había despachado de la tribu yéndose a vivir a una caverna. Pero vino la Era del Hielo y el viejo macho estaba tiritando de frío cuando llegó Txiki con su madre. Ella llevaba  asida en su mano una tea con el fuego. El macho se acercó buscando la calor. Y así pudo sobrevivir con el fuego los cientos de años que duró la cruda Era del Hielo.  Desde lejos, los otros homínidos  de las montañas veían el humo y veían también las llamas. “Añade la leyenda que, como se localizaba la vivienda de esta tribu “por el humo y las llamas”, la llamaron desde entonces Sugarkea” (Andanzas...50). (En euskera, sugar significa llama y kea, humo)

Entre los habitantes del vasto territorio que incluía Sugarkea había un homínido pensante, “que se rascaba mucho la cabeza” (Andanzas…21), intentando discurrir cosas nuevas. Él fue quien  pronunció la sílaba BASK que era “como el estampido de las olas contra la playa” después de unos 100.000 años con aquel ruido metido en su garganta. Y lo pronunció señalando a Txiki.


Con el tiempo sería la tribu de Txiki sería la de los BASKARDO de SUGARKEA.

jueves, 10 de abril de 2014

Arrigúnaga, el origen de la VIDA



Arrigúnaga… “Aquí inventé que la vida sobre  la tierra había nacido de estas olas” Ramiro Pinilla

 “En el principio, no existía VIDA en nuestro planeta”. (7)
ni gorjeos de pájaros,                                                                                                                   ni rumor de voces,                                                                                                                        ni ladridos de perros,                                                                                                                        ni el silbido del viento entre los árboles …                                             ni rastro de seres vivos.                                No había VIDA.                                                                                                                                        
Sólo había rocas y volcanes  y montes y valles desolados. Y agua, mucha agua en los océanos. Y flotando en ella,  unas sustancias inertes, el oxígeno, el hidrógeno, el carbono y el nitrógeno…

 Pero a eso de las cinco y media de una madrugada, los rayos del sol y ciertos ácidos del  océano envolvieron a aquellas sustancias inertes que chocaron y se penetraron entre sí y se produjo LO NUEVO.  “Lo Nuevo (el salto de la NO –VIDA a la VIDA) había tenido lugar en un punto insignificante del Océano, frente a la playa que mucho tiempo después, se llamaría de Arrigúnaga, pero iba a extenderse lentamente por todo el Planeta” ( 8)

Y  así fue la génesis. Los cuatro elementos primigenios Carbono, Hidrógeno, Nitrógeno y Oxígeno entraron en contacto unos con otros “en una especie de acto de amor” y fabricaron el primer bichito. Y éste, con el tiempo, se convirtió en dos bichitos y luego en tres y cuatro y cinco y… en miles de millones. Y de aquella mar ya llena de bichitos algunos se salieron del agua.

“Una madrugada, en el instante más bajo de una bajamar, abandonaron el Océano y pisaron la playa de Arrigúnaga cuarenta y ocho bichitos verdes. Carbono, Hidrógeno, Nitrógeno y Oxígeno se miraron, orgullosos de su obra. Aunque, de pronto, les sobresaltó una visión de lo que sería el futuro. Y se estremecieron. 

Pudieron ver cómo aquellas cuarenta y ocho criaturas verdes que inauguraban la Vida sobre la tierra, en el transcurso de millones de años se convertían en reptiles, y luego en aves, en mamíferos y finalmente en hombres. El horror de Carbono, Hidrógeno, Nitrógeno y Oxígeno se originó cuando vieron la crueldad con que se comportaban estos hombres.”  (10)

 Los cuatro elementos iban previendo que el futuro seria difícil porque unos pocos hombres explotarían o esclavizarían a otros muchos, unos pocos que acapararían riquezas y poder … Pero también ven que no todos los hombres serán igual. Habrá un clan, el de los Baskardo, en el que siempre habrá un Txiki, que tendrá un hijo Txiki, que a su vez, tendrá otro con el nombre de Ttxiki que “tomará del mundo sus verdades y rechazará sus mentiras. (…) Luchará por salvar al hombre de las trampas que le haga inventar su miedo o el fanatismo de los otros hombres. Y su mirada estará llena de esperanza” (p.11) porque él marcará  el camino para que el hombre no sea un lobo para otros hombres.

Y la esperanza de un mundo mejor vence al mal augurio de un mundo horrendo. Y así, como quien retiene la respiración “expectantes, sin mover un solo dedo, las miríadas de bichitos de la mar contemplaron el arduo ascenso de sus cuarenta y ocho hermanos por las arenas de la playa de Arrigúnaga.   Y así empezó TODO” (11)

“Por fin aquel rincón de  la tierra donde empezó TODO recibió un nombre: Getxo. (…) Y la playa (…) se llamó de Arrigúnaga, por sus muchas piedras”(115)

                                Andanzas de Txiki Baskardo, ed. Libropueblo 1980


miércoles, 12 de marzo de 2014

La playa de ARRIGÚNAGA, el embrujo



Me llevaron a Getxo siendo un bebé, con menos de un año, y allí pasé todos los veranos de mi niñez en un caserío desde el que se veía la playa de Arrigúnaga”

El caserío al que alude Pinilla es el ya desparecido caserío Arrune que ocupaba una parte del espacio de lo que hoy es la zona ajardinada, con parque infantil incluído, que se conoce como Las Campas de Arrigúnaga.

A un tiro de piedra está la  playa, enmarcada hacia un lado por el acantilado de La Galea y hacia el otro por la peña Abasota. Este arenal, el más septentrional de cuantos se encuentran en el Abra, es la playa de Algorta.

 “La libertad es la infancia: yo descubrí la libertad en la playa de Arrigúnaga”.  Fue aquí, en este entorno, donde quedó atrapado,  disfrutando, durante los trece primeros veranos de su vida, “con las playas, las pescas, las cacerías, todo el verano en alpargatas, medio desnudo…” Y  fue, hasta que duró, el contrapunto a la rigidez de la vida de estudiante del resto de los meses del año en los que tenía que ir  “al colegio Santiago Apóstol, de frailes, de ingrato recuerdo”, en Bilbao. Supe lo que era la libertad a través del choque que se producía cuando el último día de septiembre cogíamos el tren para Bilbao.”

La guerra civil rompió las vacaciones veraniegas en el caserío, pero no pudo romper el embrujo de la playa de Arrigúnaga. Porque tuvo claro que un día volvería a Getxo para vivir definitivamente.  

El embrujo de la playa… “Es irremediable, siempre se vuelve a los orígenes. Apoyándome en todo aquello, he creado mitos, leyendas y personajes, historias que han partido de mi pequeña patria, de la playa de Arrigúnaga. Para mí es mágico, pero en sí mismo no es mágico. Pero de mayores tenemos perfecto derecho a idealizar la infancia, y algunos lo escribimos. Para mí la playa sigue siendo la misma. Doy un paseo por La Galea y siempre la miro y sigue tan hermosa y nostálgica como siempre”

 Arrigúnaga en euskera significa lugar de piedras, lugar de rocas.

Son varias las rocas que enmarcan esta bellísima playa. Por la izquierda, la roca Abasota, que se adentra en el Abra. Por la derecha, al pie  del imponente acantilado de La Galea, la peña de Kobo. En el centro, y a poca distancia del lugar donde rompen las olas, están las rocas de Eskarrakarramarro, que de cuando en cuando se hacen visibles, como comenta uno de los hijos de la marquesa en su día de playa.” La playa se ha hecho más grande con la bajamar. Nunca he visto antes tantas peñas descubiertas.” (La tierra ..., 26)

Esta playa se sitúa al pie de las ruinas de un castillo “un conjunto de viejos muros de piedra arenisca (…) derruidos, gastados lo que quedaba de ellos por el viento y la lluvia, con oquedades pulidas en muchas piedras, sin forma adivinable de castillo, y habría pasado por cualquier otra cosa de no contar con la leyenda, que lo atribuía a los moros, y a su misma situación estratégica, pues aquello, fuese lo que fuese, fue edificado sobre el monte que dominaba la playa, en la parte central de ésta”...( Las ciegas hormigas, 163) Desde estas ruinas se abarca en su totalidad la playa. Es una vista extraordinaria.

En el talud formado entre la playa y la terraza algo ondulada que ahora es zona ajardinada quedan unos tamarises, arbustos que debían ser muy abundantes en aquellos años cuando el escritor era niño,  y que daban cobijo a multitud de pájaros y a algunas  parejas que aprovechaban el ramaje y la sombra para sus arrumacos, cuando estaba mal visto exteriorizar el amor o el deseo. Y Pinilla, de chico, lo vio en sus correrías por estos sitios y ambas cosas, refugio de pájaros y parejas, recuerda y recrea Pinilla en pasajes de algunos libros. Ahora, casi ni los pájaros tienen cobijo porque los tamarises han ido desapareciendo. Y las parejas ya no necesitan esconderse tanto.

mitos, leyendas y personajes, historias…

Esta playa es un lugar mítico en la obra de Pinilla.“Casi todas las historias que he escrito han encontrado inspiración en esta playa que es el centro de mi mundo real y mi mundo imaginario.”

Son numerosísimas las escenas que tienen en la playa su centro. He aquí algunas de ellas.
               
- Tarde de pesca de los hijos de la marquesa en Arrigúnaga, con la leyenda de El Negro, el gigantesco congrio que se mueve por sus aguas (La tierra .., 26-30.). El mito del Negro aparece por primera vez en Las ciegas hormigas. Y lo retomará años después en  Andanzas de Txiki Baskardo (58).

- Partidos de fútbol de los marinos de los cargueros ingleses entre ellos y, posteriormente, contra un equipo de Getxo (La tierra convulsa, 95-98)

-Apareamiento de Roque e Isidora (La tierra convulsa, 210-218)
Estábamos en el estudio de su casa Walden, en Getxo, y le pregunté cuál era la escena de la playa que más le gustaba. Él contestó que el episodio de Roque e Isidora, cuando vienen de La Arboleda.
- Cuando Roque se folla a Isidora – dice Lucía-, como hacen los Baskardos con sus hembras en el mar.
- No. Isidora se lo folla a él,- le corrige Ramiro.

-Fabiola está en la playa arengando a los trabajadores en el  Primero de Mayo por la revolución social. Roque se acerca. ¿Es Isidora? Hace con ella lo que en Getxo hacen los Baskardo de Sugarkea con las hembras en el mar... (Los cuerpos desnudos, 181-186)

-Etxe, madrugador impenitente, visitador de la playa a primeras horas de la mañana, “que buscaba los míseros tesoros que la mar arrojaba la noche precedente” encuentra la Gran Madera, el Catafalco, el Altar... y los bueyes de Larreko la arrastran hasta la Campa del Roble.  (La tierra convulsa, 332-337). Es la leyenda de La Venta.

-Martxel, Jaso y Fabiola van, semidesnudos, a pesar de la oposición de su madre, desde su casa hasta la playa. Allí, por la noche, bajan a pescar los Baskardo de Sugarkea. (Los cuerpos desnudos, 47-53)


-“Jamás maginaría Etxe que alguna vez encontraría en Arrigúnaga lo que encontró aquella madrugada”. Leonardo, uno de los gemelos, hijos de Roque y Madia o Magda estaba atado a una roca con una argolla al cuello y cubierto por el agua de la pleamar. (Los cuerpos desnudos 335-337). En la nueva novela Solo un muerto más ( 2009) desvelará la muerte por asesinato. Novela policíaca protagonizada por Samuel Esparta, el alias del librero Sancho Bordaberri 

miércoles, 19 de febrero de 2014

La ermita del Ángel





...”la ermita, aquel cajón, poco más que un cobertizo, construido al pie del gran roble en cuyas ramas Totacoxe, soltera, dijo que veía al Ángel, de modo que aquello se llamaría por siempre la ermita del Ángel. (La tierra convulsa, 62-63) .


En el barrio de San Baskardo,  La Venta y La Ermita,tan juntas, no se entienden  la una sin la otra.

 Antes de que Ermo se dispusiera a levantar los muros de La Venta se personó un clérigo con documentos que testificaban que aquel Mostrador era el Altar de San Pedro de Roma. O sea que el título de propiedad, además de Etxe y Larreko, tiene un nuevo demandante: la Iglesia.

Resulta que en el siglo II los vikingos expoliaron la Basílica de San Pedro de Roma y se llevaron el Altar, donde se realizaban los Oficios Santos, hacia sus tierras del Norte. El Papa de entonces mandó hacer una réplica exacta y los fieles ni se enteraron. La fe continuó intacta.

Durante mucho tiempo no se supo más de él en aquellas tierras norteñas. Pasaron los siglos. Fue en el siglo XII, cuando un Papa tiene noticia de un testamento vikingo en el que un “bloque de madera” pasa de padres a hijos. Los emisarios del Papa rastrean por aquellas tierras bálticas y, al fin, lo encuentran en una plaza pública de un pueblo con una estatua de un hombre de madera con una jarra en la mano en pose de cantar. “El conjunto era un monumento al borracho”. Los emisarios atestiguan que, por las marcas del tallador romano en el bloque , era  el Altar robado unos siglos  antes. Pero hay otra prueba definitiva que lo confirma: la relación de aquella madera con el vino.

Una vez comprado el bloque lo embarcan rumbo a Roma, pero nunca llegó. En el Cantábrico naufragó la embarcación. Y en la playa de Arrigúnaga,  Exte lo vio primero Y Larreko lo subió con sus bueyes hasta la Campa del Roble.

El clérigo mostró los documentos en la Campa: uno de los archivos vaticanos, con sus características y dibujos y otro documento, el recibo de compra, que pudo llegar a Roma al ir por vía distinta de la del galeón.

 Y cuando alguien apostó un prado de hierba por Dios, como propietario de aquel bloque, quedó claro que se abrían más posibilidades de apostar. Más apuestas, pues.

El clérigo reclama el Altar para la ermita. . “Habrá que arrastrar el Altar hasta aquí, hasta el sitio de la ermita” (La tierra convulsa, 361). El Jaunsolo, señor de Getxo, está de acuerdo pero sería su ermita y la pieza sería de todos los vascos. Así se acabaría con la discusión o la indefinición de su pertenencia. Pero eso la gente no lo entiende porque en definitiva la ermita sólo sería del señor.

Sabemos que, ajeno a toda discusión, Ermo fue levantando las paredes de lo que después sería La Venta. Y dentro, la gran madera transformada en Mostrador.

Y al mismo tiempo se iba edificando La Ermita del Ángel. Dice la tradición que la estatua de El Angel tenía unas facciones como las de aquel  que había dejado embarazada a Totacoxe.

Luego, “Dos siglos más y La Iglesia, el templo cristiano, construido a un tiro de piedra de La Ermita, sobre una leve colina” (La tierra convulsa, 371)

Sin embargo, parece que un sector de la Iglesia no ha dejado de recordar que el Mostrador de la Venta es aquel Altar robado por los vikingos hace muchos siglos y lo sigue reclamando para la Ermita o para la Iglesia próxima.  En El cementerio vacío, (p.83)  Pinilla hace de pasada una mención a este conflicto, cuando  Don Pedro Sarria, el párroco nacionalista de Getxo le dice a Samuel Esparta que el coadjutor Ignacio Artigas, “quiere sacar de La Venta nuestro mostrador para ponerlo en la Iglesia como altar…”






lunes, 3 de febrero de 2014

La Venta


                                          La Venta


                              La Campa del Roble con la ermita del Ángel y detrás, La Venta

En el barrio de Andra Mari, muy cerca de la coqueta Iglesia, en la confluencia de la calle Maidagán con la avenida del Ángel se encuentran  dos edificios muy juntos: una vieja taberna, hoy restaurante, de nombre La Venta y, a su espalda, la ermita del Santo Ángel 

Cronológicamente, la primitiva Iglesia  fue la primera edificación del barrio, allá por el siglo XII; unos siglos más tarde, se edifica la ermita (el altar data del siglo XVII) y en la fogueración o censo de hogares para cobro de impuestos de 1796 se nombra “otra casa nueva, llamada La Venta”. En 1887 ya consta como “vivienda y taberna”.

Pero en el barrio de San Baskardo los hechos  fueron de otra forma. (La tierra convulsa ,332 -371)

“...fue un Ermo quien, allá por el siglo XIII, convirtió en mostrador el misterioso catafalco aparecido en la playa de Arrigúnaga (...)que rodeó de paredes y techo y se convirtió en La Venta”(La tierra ,92)

Una mañana neblinosa Etxe, el tempranero, el gran madrugador, el que bajaba diariamente a la playa de Arrigúnaga para ver lo que las olas habían dejado en la arena,  encuentra  un enorme bloque de  madera. “Aquí hay madera para tres inviernos”, le dice uno de los que al cabo del día merodeaban allá viendo la gran cosa.

El problema será cómo subirla hasta el pueblo. Etxe confía en su burro. Pero entre los curiosos nadie apuesta por el burro. Es demasiado pesada.

 Como el burro no ha podido, Etxe consiente en que sea Larreko con sus bueyes, los más poderosos de la zona, el que lo intente. Pero Etxe deja constancia de que la madera es suya porque la ha visto primero.
Y comienzan las apuestas por ver si los bueyes de Larreko podrán moverla o no.

Los bueyes comienzan el arrastre. Y se abre el gran interrogante que hasta día de hoy perdura: ¿De quién será la madera, de Etxe que la vio primero o de Larreko por subirla hasta el barrio? Las apuestas, ahora, son sobre la propiedad de lo encontrado. 

 Al anochecer paran el arrastre. Y al amanecer se reanuda. Llegan por la tarde hasta la Campa del Roble, al pie del gran árbol. Y ahí se queda porque uno de los bueyes muere por el esfuerzo.
La disputa entre los dos por la propiedad de  la madera continúa. “Yo la vi primero”, recuerda Etxe.  “Sin mis bueyes no sería de nadie, sino de la mar” le responde siempre Larreko.

Así siguió la disputa durante tres o cuatro años. ¿De quién era la madera? Cada día se formaba la tertulia alrededor de la madera. Allí llegaba la gente con “alforjas de alimentos y bebidas”. El txacolí corría felizmente entre los tertulianos. Y las apuestas continuaban.

Pero fue uno de la estirpe de los Ermo quien, saltando al otro lado de la madera, se puso a servir el txacolí y a cobrarlo en especie. Aquella madera ya tenía otro sentido. La Madera ahora era el Mostrador. Ermo inició el tiempo de los venteros, taberneros, barmans…

 Pasan las generaciones y el dilema de la propiedad entre Etxe y Larreko sigue sin resolverse. Descendientes suyos siguen su porfía y descendientes de Ermo siguen tras el mostrador. Y los descendientes de los apostantes siguen con sus apuestas que pasan a la siguiente generación.

 Y es a finales de la cuarta generación cuando sucedió el episodio de Totacoxe, chica de quince años a la que iban a arrojar por La Galea por un embarazo de  pecado y que al pasar por delante del Gran Árbol en La Campa del Roble dijo que veía un Ángel en el árbol.

Y allí se personó el obispo de Iruña para dar fe del milagro y poner el punto exacto donde se debería edificar una ermita.

“Dice la leyenda que los ojillos de Ermo brillaron con fulgor singular (...) y, de pronto, se puso a abrir una zanja alrededor del Mostrador para levantar muros. La Venta, pues.” (Verdes v. 358)

Han pasado siglos y la controversia continúa:
Roque Altube está en La Venta esperando que Zacarías Ermo abra. Pide aguardiente. Entra Martín Larreko. Roque retoma la controversia sobre la propiedad de la Madera, el Mostrador.  ( La tierra convulsa, 637-649)

Pasa el tiempo y   Roque con su idea de un sindicato que le quite a Ermo lo que se ha apropiado, mientras esperan que Las Juntas de Gernika decidan de quién es el Mostrador: de los Etxe o los Larreko.” Estoy en la mesa del rincón con Bertol Sangroniz, Deunoro Etxe, Martín Larreko, Lander Bukua, Antón Basurto y Martico “(Los cuerpos desnudos, 69-75)