lunes, 23 de febrero de 2015

Corrientes marinas y cadáveres en Arrigúnaga

       -  ¿Habéis estado en La Galea?- nos preguntó Pinilla
          - Sí,¡ claro!, -le contestamos.
       -   En La Galea, a la altura de la playa, os asomáis, sin caeros,  y, debajo, hay dos o tres espigones que  impiden las corrientes; y luego por la parte contraria, en la peña de Abasota y la del Palo  hay una unión artificial con rocas, hecha como un pequeño muelle, que consigue el encajonamiento de las corrientes.

Esta es una parte de la conversación que Josep, autor de la mayor parte de las fotos del blog, y yo mantuvimos con Ramiro Pinilla en su casa, en Walden, en junio de 2013.

Uno de los temas  fue sobre su playa de Arrigúnaga, de cómo era cuando la conoció , de  niño y no tan niño, y cómo cambió hasta ser como es ahora .

El recuerdo de esta playa, cubierta de una arena negruzca debido al carbón o carbonilla que llegaba desde la otra orilla, desde los Altos Hornos, aparece en varias de sus novelas. 

-      Era el tributo a la industrialización en la otra orilla- nos comentaba.- Pero es que en  invierno        ennegrecía todavía un poco más.
-        La recuperaron, según me habías dicho , echando arena  traída de otros arenales.  
-       Precisamente ahora estoy escribiendo la tercera novela policíaca. Hablo de esa operación, de traer arena. Pero también de cómo impedir que el mar se la lleve.       La arena la trajeron porque durante años daba pena verla. Estaba descarnada, todas las peñas de abajo que nunca las habíamos visto estaban a flor. Y había mazacotes de hormigón que traía el mar, que habían arrojado los barcos de la industrialización, residuos de Altos Hornos. ¡Era de pena....! Y trajeron arena de una playa próxima,con camiones,
-        ¿Tuvieron que echar mucha arena?
-    ¡Hasta una altura que nadie lo sabe más que los viejos! ¡ ¡6 o 7 metros!!! El nivel, hoy, y la fisonomía es completamente distinta a cuando yo era niño. En el medio había una especie de …columna, de columna  en peñas. En el castillo viejo, en la base arrancaban unas peñas de dos metros y medio que dividían la playa.
-        Y ¿cómo consiguieron controlar al mar?
-   Hicieron un encajonamiento de las corrientes de la playa, de modo que,hoy, las corrientes antiguas ya no funcionan y no se llevan la arena. Ese es el arreglo que han hecho. 

 Y éste es el trasfondo de esa tercera novela policíaca de que nos habló en su casa.  Cadáveres en la playa ha sido publicada en octubre de 2014. 

      Una playa, Arrigúnaga, que se podría quedar sin arena por el trasiego de  las corrientes marinas transversales y el interés manifestado por unos falangistas asesinos que habían escogido, hacía 35 años, de noche, un lugar de la playa como lugar de ejecución y fosa común. en evitar que la arena desaparezca. Presionarán al Ayuntamiento para que busque la solución al hecho que supondría el descubrimiento de cadáveres en la playa desnuda de arena. Un ingeniero catalán de costas, funcionario del Ayuntamiento, verá cómo se admite su proyecto de los espigones laterales como freno y contenión a las corrientes transversales.

 Mientras tanto Samuel Esparta, el Sancho Bordaberri de la librería Beltza, tendrá que descubrir el asesinato pasional cometido dentro  de una cuadrilla de amigos por uno de ellos. El muerto fue enterrado, le han dicho, en la misma fosa de los asesinados por los falangistas, en la misma noche , al amparo de la oscuridad. 




viernes, 23 de enero de 2015

El Cementerio vacío ( sin Pinilla )




“Esta calle BOSTGARRENA se abrió para ofrecer digno acceso al nuevo camposanto; rebasado éste, concluye en la gran explanada que corona el acantilado de La Galea, (251)…



Ramiro Pinilla no está en este cementerio porque no fue enterrado en él;  Ramiro Pinilla fue incinerado. Pero de haber sido enterrado tampoco estaría; su tumba se habría abierto por el fondo y él habría descendido hasta su playa, Arrigúnaga, y, desde allí, alejándose sobre una suave corriente marina, nos habría dicho adiós con la mano, despidiéndose, volviendo al mar, de donde todos venimos. Porque esto es lo que pasa en los cementerios marinos con los allí enterrados.

Esta leyenda suya de los cementerios marinos forma parte del entramado  de su novela negra El cementerio vacío. Es la segunda novela protagonizada por el librero Sancho Bordaberri ,el de la Librería Beltza, que se transforma  en Samuel Esparta, investigador privado,   cuando recibe  encargos para resolver algún asesinato y se  vestirá con “traje, sombrero, corbata y gabardina”. En este caso, tiene que resolver un asesinato cometido  junto a la Iglesia de San Baskardo.

Simona, la abuela del caserío Ukamena, conocía la leyenda. “¿Nunca te contaron la historia de los cementerios costeros que se vacían por el fondo?” (68), le pregunta  a Sancho. Y Sancho, Samuel, se la contará a Koldobike, su ayudante y secretaria en la librería. Y hasta el comisario encargado del crimen quedará fascinado por “El encanto amoroso que esconde esa hermosa leyenda de los cementerios que se vacían y prometen  una eternidad en el mar” (146)

La abuela Simona sabía de los amores de su nieto Balendín y de la chica asesinada. “Se querían mucho”  Sabía que cuando les llegara la hora, los dos serían enterrados en tumbas,  una al lado de la otra. Como suele ocurrir, uno moriría antes y el otro, después; la tumba vacía esperaría al vivo. Y cuando estuvieran ocupadas las dos, ellos se abrirían un túnel por el fondo para salir al mar y vivir juntos la segunda vida. “Ahora mi nieto tendrá que pedir a Gabino que le guarde una tumba al lado de Anari”. (65) (Gabino , el enterrador, está presente en muchas de sus novelas)

Y eso es lo que le explica Balendín a Sancho. Le habla de su promesa con Anari, de “ser enterrados en tumbas pegadas la una a la otra y cuando estuviéramos los dos, salir de nuestras cajas y de la tierra y bajar a la mar para vivir siempre juntos” (69)

Pero, según la leyenda, eso sólo pasa en los cementerios marinos. Hay un curioso investigador, Luis Federico Larrea, “un Larrea de Neguri” que en la novela anterior Solo un muerto más  quería hacer un mapa de Getxo pero con la distancia entre montes, caseríos, calles, plazas…medida en pasos, que  ahora  ha ido a la librería Beltza porque “quiere leer libros que traten de esa leyenda sobre tumbas de la costa que se quedan sin inquilinos” (114)

Y siguiendo la leyenda, lleva “años estudiando la divisoria entre los cementerios costeros y los otros, entre los que se vacían y los que no…” (200)

Y este curioso investigador propone un sistema de comprobación de la leyenda: “El extremo inferior de la cuerda rodeará la cintura del cadáver y se hará un nudo. La cuerda saldrá del féretro por una rendija y remontará a la superficie mientras el sepulturero vierte tierra a la fosa, tierra blanda que facilitará un conducto casi natural para la cuerda. Bastará tirar de ésta, días o años después, para conocer si el cuerpo sigue en su sitio. La cuerda se cobrará suavemente y hasta su final si el cuerpo se esfumó” (207-208) ¡Asombroso el método, tanto como el personaje!

Esta leyenda pinillesca aparece en su cuento “Recuerda, oh recuerda” (Ediciones del Centro 1975; cuento recogido después en Los cuentos, de Tusquets editores).
-          “Según una leyenda los cementerios costeros se vacían por el fondo.
-          Sí, yo he despedido desde el monte a muertos conocidos que se alejaban con la corriente”
-          No puede ser- arrastró el maestro
-          Sí – apuntaló Gain Baskardo-. Abren un túnel por debajo para salir a la mar.”(180)

En  Verdes valles hay un recuerdo pasajero. Efectivamente, en Oiarzena, la casa comuna de los hijos de la marquesa de Oiandía, se ha muerto un anciano de 99 años, un pordiosero al que habían acogido. Están los moradores de la casa hablando sobre dónde enterrarlo. Y Adolfo, el amigo íntimo de Moisés, comenta: “Me habéis hablado de la leyenda de los enterrados en el cementerio que abren un conducto por el fondo para regresar al mar. Perderíamos a nuestro amigo”

No sé si en algún lugar de Chile o en otros sitios circula una leyenda similar a la de Pinilla. A veces la antropología recoge en sitios muy distantes, leyendas y costumbres parecidas.   La tumba del gran poeta chileno Vicente Huidobro (1893-1948) está asentada  en una montañita con vistas al mar. En la tumba del poeta hay un epitafio que dice:                                                                                                                                                                                          
 Aquí  yace el poeta Vicente Huidobro
Abrid la tumba.                                                                                         
Al fondo de la tumba se ve el mar.


Si Ramiro Pinilla hubiese sido enterrado en el cementerio de La Galea veríamos su tumba abierta por el fondo, un fondo que nos llevaría al mar. Y él no estaría en el cementerio.







martes, 23 de diciembre de 2014

El taller literario de Pinilla


                               Foto de BRUNO FERNÁNDEZ. 
                               
La pequeña librería ANTARES de Jesús del Río - librería BELTZA de Sancho Bordaberri - fue, durante algún tiempo, lugar de reunión del taller de escritura que Pinilla había ideado.

Nació el taller en 1978 “con el propósito de reunir a todos aquellos que sintiesen vocación por la escritura”  “Ha sido escenario de lecturas, discusiones y críticas constructivas, de alegrías para muchos y desilusiones para otros”. En él “se lee, se habla, se escucha, se aprende de los demás, y, a veces, sorprendentemente, de uno mismo” “La libertad, la relación amistosa, la ilusión y el temor, la crítica… son los primeros puntos de nuestro inexistente programa”. (Notas sacadas de la contraportada del libro Al alba del amor y de la ira, 1982 de Mario Montenegro, asistente al taller y poeta. Me asegura Ernesto Maruri, otro asistente al taller durante varios años, que son palabras escritas por Ramiro Pinilla)

Van pasado los años, ya son veinte, y el taller continúa. Así es como Jesús del Río, el librero de ANTARES, explica en GALEA, la revista creada por Pinilla, la trayectoria y espíritu. (La foto de cabecera y el texto que sigue son de finales de los 90. Los encontré inesperadamente en el Facebook de Margarita Bravo(¿tallerista también?) El título del artículo es EL TALLER DE ALGORTA.- (Creo que Pinilla, desde la otra orilla, me ha echado una mano).

“(…) Los ciudadanos de esta república de las letras no necesitan usar carné y mucho menos pagar algún impuesto, y ejercen su libertad apareciendo y desapareciendo cuando quieren (o tienen tiempo). Los hay que vienen una sola vez, mientras que otros repiten asistencia con matemática regularidad.(…)

Tras haber comenzado su andadura en una de las salas del Aula de Cultura, sus reuniones han intrigado a chiquiteros y amas de casa con el café de media tarde en buena parte de los bares de Algorta. En los últimos tiempos extrañan a los viandantes que se asoman los lunes a partir de las ocho de la tarde al escaparate de la librería Antares. Y aun después, cuando el librero echa la persiana pasadas las diez de la noche, los más noctámbulos recalan en la taberna Ajuria, donde son siempre bien recibidos, y en cuya sala celebran recitales literarios.

 La mecánica del taller es bastante sencilla. Una vez establecido el quórum, digamos media docena de personas, cada uno de los participantes lee y somete a la opinión del resto sus escritos. Éstos resultan ser de los más variados: poemas, cuentos, fragmentos de novelas, teatro, aforismos, etc (…)

Continuando con el deje libertario hay que añadir que nadie en el  taller es presidente ni monopoliza las reglas de las verdades literarias, y que si las opiniones de Ramiro Pinilla son las más escuchadas se debe a una mera cuestión de lógica.

La mayor parte de los miembros del taller reconoce – aunque a veces a regañadientes, porque todo su autor defiende visceralmente sus creaciones- que esta discusión colectiva de sus escritos resulta beneficiosa”.

Y, de sitio en sitio, este taller literario, muchas veces con carácter nómada, va recalando en lonjas vacías o espacios que algún miembro o entusiasta les pone a disposición.  Así hasta cumplir 36 años.                                                                        

En Barcelona, en febrero de 2009, en uno de los actos en torno a la semana BC NEGRA, dedicada a la novela negra, – era reciente la  publicación  del libro Solo un  muerto más –, se celebró un coloquio con el tema: “Hay maestros y discípulos? ¿Realmente se puede enseñar a escribir?”

El coloquio giró, principalmente, sobre el taller literario  creado en Algorta hacía muchos años por él. En la mesa estaban Pinilla y un asistente al taller, Willy Uribe, y  dirigido por otro lector de Pinilla, el periodista vasco Jokin Ibáñez,

Pinilla deja claro que le disgusta ser considerado maestro de nadie. Explica que allí todos opinan sobre lo que los otros presentan. Y como es un espacio donde no se intenta contentar a nadie, a veces las críticas son duras. Pero se aprende a escribir.

Después de tantos años de escritor y a pesar de los premios recibidos (Mensajero, Sitges, Nadal, Crítica, Narrativa estatal, de Euskadi…), Pinilla se muestra fiel a los orígenes del taller, como espacio de aprendizaje colectivo.

De aquel taller han salido, entre otros: Willy Uribe, Jon Bilbao, María Bengoa, Lucía M. Odriozola.,Biktor Abad, Mario Montenegro, Marta  Barrón, Ramón Benito…, escritores conocidos. ¿Hay algún otro taller literario que haya producido tanto?

Si alguien quiere saber más de este taller, hay un texto extraordinario de Ernesto Maruri, El taller de escritura de Ramiro Pinilla: un espacio de libertad, en el que vale la pena entrar.

http://www.ernestomaruri.com/articulo.php?id=204&tipo=3&title=ElTallerDeEscrituraDeRamiroPinillaUn

¿Qué pasará ahora con el taller sin Pinilla ? Esto le había dicho a Maruri: Como “aquí no soy  el padre ni el maestro de nadie (…) tenéis todo a favor para continuar el taller sin mí”


Y según dijo el mismo Ernesto el día del homenaje y despedida.“Pues bien, este lunes 27 de octubre, el taller ha celebrado su primera sesión tras su muerte, y va a continuar”. 

domingo, 23 de noviembre de 2014

La librería BELTZA





                                            (foto cedida por Willy Uribe)

 En el segundo volumen de la trilogía, Los cuerpos desnudos,  se explica la muerte violenta de uno de los hijos gemelos de Roque Altube (332-338)

 Etxe, el tempranero, siempre el primero en bajar a la playa de Arrigúnaga a ver qué desechos había arrojado el mar, oye entre las rocas de la playa los gemidos de auxilio de uno de los gemelos, Leonardo. La marea había estado subiendo. Cuando llega hasta el lugar de los gemidos, el agua le está llegando a Eladio al cuello. Éste, está atado por el cuello con una cadena fijada a la argolla de Félix Apráiz, y, un poco más abajo, el otro gemelo Leonardo, “con la cabeza bamboleante a merced de la corriente” también encadenado a otra argolla de otra roca por el cuello.

¿Quién pudo ser el asesino? Porque era evidente que hubo un crimen. ¿No podía haber sido Efrén, al que habían estafado y pisado negocios los hermanos?, ¿tal vez algún socio, como los hermanos Ermo,  que se sienten engañados en los negocios conjuntos? ¿ algún cliente estafado? Según parece, ninguno de los dos tenía el menor escrúpulo para hacer “chapuzas, cambalaches y engañifas”.¿ Podía haber sido Félix Apráiz, harto de que le usasen las argollas de la roca,aquellas que tenía para ver si conseguía pescar al Negro, el gran congrio?

 Hubo un juicio pero el crimen no se resolvió. ... “ y así quedaron las cosas hasta que años después un librero de Algorta y fracasado imitador de la novela negra norteamericana, le dio por abandonar tramas inventada y pasarse a la investigación real, retomando aquel viejo misterio sin resolver, y teniendo más éxito que con sus ficciones. Resolvió el caso y lo convirtió en literatura”. (338)

Así dejó Pinilla el caso sin resolver en su trilogía. Fue en 2009 con su novela negra  Solo  un muerto más, cuando aquel librero de Algorta resuelvió el caso.

El pequeño espacio que hoy ocupa una tienda de comida y bebida selectas, fue hace unos años –gente lectora la recuerda- el local donde había una librería: ANTARES.  Este lugar, que extrañamente no tiene número propio (¿?) y que se encuentra al lado de un gran supermercado, está situado en la Avenida Algorta entre los números 69-71;

Ahí, en ese sitio, en el Getxo literario de Pinilla se sitúa la librería BELTZA. En el número 8 de la Avenida del Ejército, que es así como bautizó Franco “al trozo de carretera general que atravesaba Algorta” (…) “que fue por donde entró el suyo” (Las cenizas del hierro,163)

No se venden muchos libros en Getxo(...) Una única Universidad de jesuitas que moldean alevines de las grandes familias, destinados a dirigir el gran comercio y la gran industria, no puede, ni menos se propone, crear un clima propicio a los libros” “Sin embargo yo he abierto una librería en el corazón de Getxo” (Solo un muerto más, 26)

El que esto dice es Sancho Bordaberri, de los Bordaberri de Algorta. Será una librería dedicada, sobre todo, a la novela negra. El librero es un enamorado de ella y por encima de todo, de la americana.  Hammett, Chandler y pocos más,  son sus modelos preferidos a imitar porque él es escritor.

Es, sin embargo, un escritor frustrado de novelas policíacas. Las escribe  ambientándolas en la ciudad de Los Ángeles que él inventa porque nunca ha estado allí. No consigue que le publiquen ninguna. Le han devuelto la última, siguiendo “el mismo destino que las 15 precedentes”. Ha ido a la playa de Arrigúnaga para lanzarla lejos, al mar. Con una larga cuerda ha hecho un paquete con su novela y una gruesa piedra que le dé el peso suficiente para así quedar sepultada en “las tinieblas acuáticas”.

 Es entonces cuando sus ojos se fijan en una roca lejana. Es la roca de Félix Apráiz, con su argolla encastada en la roca, la que él usa para asegurar sus cadenas y hilos con anzuelos . Y es en ese mismo momento cuando Sancho recuerda que hacía algunos años, fue en 1935, había aparecido el cadáver de un mozo, allá entre las rocas y que, sin haberse resuelto el caso, (era claro que había sido un crimen), quedó en el olvido.

Cuando se decide a investigarlo, es ya 1945. Se transforma en el detective que había intentado crear en sus novelas, Vestirá traje, camisa, corbata y sombrero americano de un tío que se lo había traído de Las Américas. Y en esta trnasformación se cambia el nombre por el de Samuel Esparta, en homenaje a Sam Spade, el detective de Dashiell Hammett. Su secretaria en la librería, Koldobike, cambiará no su nombre, pero  sí su vestimenta .  Vestirá una falda negra de tubo y lucirá una  cabellera rubia teñida.

Y mientras el frustrado escritor de novelas negras va investigando, se va convirtiendo en el escritor de una novela que la va redactando en su mente, convirtiéndolo en literatura.

¿Por qué  ahí la librería BELTZA? Parece que la localización del lugar en la avenida es un homenaje al librero de la librería ANTARES, Jesús del Río,seducido también por el mundillo del libro y las letras, y a  la pequeña librería que fue, durante algún tiempo, lugar de reunión del taller de escritura y que Pinilla dirigía. (La próxima entrada será sobre el taller literario)

¿Quién es este escritor protagonista? ¿Es el mismo Pinilla, de joven, escritor de novelas policíacas con el seudónimo de Romo P. Gilca   "por aquello de que con seudónimo parece que se vendería mejor"?   “A los veinte años ya escribí una docena de novelas policíacas con seudónimo, de las que sólo se publicó una”. La dedicatoria del libro policíaco está dirigida a aquel joven escritor de veinte años Romo P. Gilca.

Y un curioso estudio sobre esta novela. Esther Bautista Naranjo, profesora de La Universidad de Castila-La Mancha, resalta en "Solo un muerto más o el Quijote en clave detectivesca"(2011) el paralelismo entre esta obra y el Quijote por aquello de tratarse de “dos héroes individualistas” que tratan de “vivir conforme a lecturas que han idealizado”, en palabras de ella. Ha recogido un apunte brevísimo de David Torres, que ella menciona. La frase es muy simple y corta. “Sancho Bordaberri se transforma en investigador privado merced a una metamorfosis análoga a la que llevó a Alonso Quijano a convertirse en Don Quijote”(Elcultural13,03,2009)  https://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero47/muertomas.html




domingo, 26 de octubre de 2014

Adiós, Ramiro




Tu cuerpo te ha jugado una mala pasada.

Tenías la determinación de seguir adelante con tus proyectos de nuevas novelas,

y nosotros, tus lectores, los íbamos a estar esperando…

porque sabíamos de tu ilusión 

y de tu fortaleza de ánimo 

y de tu raza de escritor ...(Juan, tu yerno, me comentó que en el hospital les habías dicho a los tuyos que habías encontrado un final para una novela que tenías paralizada sin saber por dónde tirar)

Les decías a los médicos que te llevaran a Getxo, que ahí te curarías...

pero tu cuerpo ha dicho basta.

Esta es la despedida que desde aquí quiero hacer

a un escritor al que abordé un día de octubre de 2008  muy cerca de LA VENTA, en el barrio de SAN BASKARDO,

a un escritor que me regaló, aquel día, varias horas de conversación, con María, en la playa de ARRIGUNAGA

a un escritor  que, a través de otros encuentros, algunos  en su casa, me fue recibiendo como un amigo.


Adiós Ramiro,

tu cuerpo nos ha jugado una mala pasada. 

Adiós.


lunes, 20 de octubre de 2014

Tienda de Blasa, en el barrio de San Baskardo.




   "pues allí se presentó Camilo (Baskardo) en su birlocho con el cochero y otro ocupante”

En el barrio de San Baskardo de Pinilla hay un lugar mágico donde la inventiva del escritor se desborda: es LA VENTA; siempre presente en montones de páginas de su TRILOGIA y en todas las otras novelas de  este Getxo literario.


 Hay otros lugares de menor importancia en este barrio. Y uno de ellos es el que hay enfrente de La Venta. En una pared lateral hay pintado un nombre, “La taberna de Santi”. Hace muchos años este pequeño  edificio era una tienda antigua de las de pueblo, de las que te vendían de todo un poco.

En  sus innumerables paseos desde su casa hacia La Galea o siguiendo lo que antes era un camino asfaltado y ahora La Avenida del Angel, Ramiro Pinilla pasaba por delante de la tienda y me consta que también iba a comprar alguna cosilla que le faltaba. 

En este pequeño edificio, Efrén, formado en Inglaterra, hijo de Ella tenido con  Camilo Baskardo, el marido de la marquesa de Oiandía, ahora con 18 años, se dispondrá a montar una oficina con solo una mesa y tres sillas, sede de una compañía aseguradora “La Bolsa”. (La tierra convulsa, 659-676)

Un muchacho irá repartiendo unas octavillas anunciadoras de su inmediata apertura por calles, casas mercado, ferias… “Así fue como Getxo se enteró de la existencia de la compañía aseguradora que indemnizaba a las víctimas de rebaño de fieras..., o esto se creyó entonces” (659). El rebaño de fieras eran aquellas 28 llamas, que traídas de América para el indiano Saturnino Altube, habían causado grandes destrozos en casas, heredades  y campos de Getxo.

  La dirección de la compañía era: Sobre la tienda de Blasa. Barrio de San Baskardo. Allí acudieron los clientes a firmar un contrato en una cuartilla escrita por las dos caras con “letra ilegible de puro chica”. La firma de un contrato daría derecho a una indemnización. ¿Un engaño, el contrato?  Bastantes incautos, se dice que 97, lo firmaron. La cuota, 22 reales anuales.

Y hasta allí fue el padre de Efrén, con el que hasta ahora no había mantenido ningún tipo de relación, para firmar el contrato que le daría derecho a una indemnización por los destrozos en su mansión. "...pues allí se presentó Camilo en su birlocho con el cochero y otro ocupante” Pero parece ser que su abogado subió al piso, pero no firmó el contrato. Mala señal, pensaron muchos; “si el marqués no había firmado el contrato ellos tampoco debían haberlo firmado” (663)

Cuando un grupo de asegurados fue a cobrar la indemnización Efrén les dijo que su contrato les aseguraría de los daños producidos por un nuevo rebaño de llamas, que pueda,tal vez, llegar del Perú. La oficina no duró mucho.  “Supieron por la Blasa que había alquilado el piso por días y que le pagó veinte y que se despidió” (667) Y Efrén no había desembolsado  ni un real.

El maestro de Algorta redactó una carta (firmada por aquellos 97 clientes) a Efrén, solicitando la apertura de aquella o de otra oficina para asegurar que detrás de los contratos hay alguien que responde por ellos, si en un futuro viniesen más llamas.

Y ”al final de aquel octubre volvió a alquilar a Blasa el piso, que, esta vez, fue habitado por Angelo  Altube, el hijo natural que Saturnino mandó traer de  América en 1901 y que ahora tenía 10 años” Muy vivo y despierto, aparentaba tres o cuatro años más. “No sólo empezó a vivir en el piso sino que atendía la oficina; al menos, se sentaba en ella” (668) y parecía dominar “todos los resortes del negocio de seguros”. Pero, no fueron muchos los nuevos clientes. De 97 anteriores pasaron a ser 109. Aparte de eso, las crónicas getxotarras nada dicen  de la marcha de esta nueva andadura.

Sólo hablan del nuevo negocio ideado por Efrén y que el muchacho regentaría. “Alquiló a Blasa la lonja vacía de abajo ...” Sería el edificio, también, la sede de “la funeraria de San Baskardo”. La empezó con un “animal parecido a un caballo” y un “carro ruinoso” (673- 675) a los que, poco a poco, fue cuidando y mejorando. 

 Una funeraria que el niño supo sacar adelante en competencia con de la de los Ermo de Algorta, haciéndose con el servicio en el barrio de San Baskardo. El niño huitoto dejó sus cargos a los trece años. “Efrén reanudó los servicios de la funeraria con otro empleado pero ya no fue lo mismo” (676) La gente no olvidó a Angelo.


 (Muchas más cosas explica Pinilla en estas páginas y las siguientes sobre este niño , del que me dijo que podría dar mucho juego en una futura novela)

martes, 9 de septiembre de 2014

91 cumpleaños de Ramiro Pinilla



                           Ramiro Pinilla con María Bengoa 

“Dicen que nací el 13 de setiembre de 1923, que fue el día del advenimiento de la dictadura de Primo de Rivera. La relación que pudiera haber entre este susto histórico y el parto de mi madre es algo no aclarado en la familia” (La Gran enciclopedia vasca)

Desde entonces ha visto pasar dictaduras, una guerra y varias monarquías…Mucha vida por detrás y mucha por delante

Y aquí sigue él, incansable, en su vocación y lucha de escritor y con la  ilusión de un escritor principiante.

Tenía 88 años cuando dijo en una entrevista en ETB: “Yo no me considero viejo. Yo tengo muchos proyectos” 

Hay un proyecto ya cumplido. En octubre sale "Cadáveres en la playa" que ya está en preventa.

 Un amigo pinillista, Gabriel Pérez Urrutia, me ha enviado este link.
http://www.casadellibro.com/libro-cadaveres-en-la-playa/9788483839508/2359025 en el que se puede ver la sinopsis de la nueva novela del librero Sancho Bordaberri, metido a detective bajo nombre de Samuel Esparta.

Y cuando acaba alguno ya tiene otros proyectos en los que ha estado trabajando.

También Gabriel me envió este otro enlace. Es una entrevista donde Ramiro Pinilla comenta su nuevo proyecto  "Los inmaduros".
http://www.eldiario.es/norte/cultura/abuelos-moriran-continua-llegara-revuelta_0_222578390.html

Y más proyectos…El año pasado me comentaba Ramiro Pinilla que estaba dándole vueltas a un personaje de Verdes valles, que podría  dar mucho juego en una novela. Se trata de Angelo, el niño indio huitoto llegado del Perú, hijo de Saturnino Altube, del caserío Altubena, emigrado que vuelve a Getxo. En la próxima entrada del blog se habla sobre este muchacho.

Mientras tanto, sus lectores  vamos esperando sus novelas, escritos, entrevistas, comentarios con la certeza del disfrute que nos produce leerlo y escucharlo. Querríamos que su vida durara como la de los Baskardo de Sugarkea.

Así que...     ¡felicidades y larga vida a este gran hombre!